España

Anna y Olivia: el padre las mató en su casa y las envolvió en toallas

La reconstrucción de los hechos confirmó que Gimeno mató a Anna y Olivia en su propia casa, las envolvió en toallas, bolsas y bolsos deportivos. La autopsia a Olivia reveló un edema pulmonar por lo que sospechan que la muerte fue violenta

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Anna y Olivia

La Guardia Civil reconstruyó hoy 29 de octubre, el caso de Anna y Olivia, las dos pequeñas asesinadas por su padre Tomás Gimeno en Tenerife.

La reconstrucción de los hechos confirmó que Gimeno mató a las dos niñas en su casa, las envolvió primero en toallas,  luego en bolsas y por último en bolsos deportivos.

Todo ocurrió en su domicilio, un chalet en la montaña, en la zona de Igueste de La Candelaria. La casa era visitada con frecuencia por Anna y Olivia, de uno y seis años.

Después de matarlas y envolverlas, Gimeno se fue con los paquetes en que había convertido a sus hijas a su lancha y allí las sumergió atadas a tanques de oxígeno en una zona de muy difícil acceso.

Un suicidio a última hora

Ya son varios meses sin Anna y Olivia, las niñas de uno y seis años a las que asesinó su padre en Tenerife, y los giros del caso siguen sorprendiendo por su nivel de crueldad. Ahora, según concluyeron las autoridades y la organización SOS Desaparecidos, Tomás Gimeno no tenía planeado suicidarse, sino huir.

¿Qué lo hizo cambiar de opinión? Pues el encuentro en el mar con la Guardia Civil, que le pidió los papeles y le recriminó saltarse el toque de queda impuesto por la pandemia.

Según Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos, después de ese encuentro, Gimeno regresó, cargó el teléfono móvil, y volvió a altamar a mandar mensajes de despedida. Tardó dos horas en suicidarse. Para Amills, y según reprodujo el diario La Razón, esto solo significa que estaba armándose de valor para hacerlo.

“Lo tenía todo estudiado y lo hizo todo de forma robótica, excepto la última parte, la de quitarse la vida”, dijo Amills, según La Razón. Lo hizo porque ya había sido detectado por la policía, que podía seguir sus pasos tras la denuncia de la madre y capturarlo. Según Amills, «alguien con el ego tan grande» no iba a soportar las opiniones de la sociedad.

Hacer sufrir a la madre por siempre

La maldad de Tomás Gimeno para matar a sus hijas Anna y Olivia fue extrema. Según los investigadores canarios, planificó todo para que jamás encontraran los cadáveres de las niñas. Con esto garantizaba la penuria vitalicia de la madre, Beatriz, de no saber nunca el destino de las pequeñas.

La policía llegó a esta conclusión al sumar el perfil psicológico de Gimeno con el lugar donde se encontró el cuerpo de Olivia, la chiquita de seis años. Se trata de una zona muy profunda del mar canario, de más de 1.000 metros de profundidad, que es un cementerio de barcos. Es decir, cuando ya un barco no tiene más utilidad, se hunde en esa zona.

Esa parte del mar es de imposible inmersión. Nadie bucea allí, primero por la cantidad de chatarra que hace difícil cualquier movimiento. Y segundo, por su profundidad.

Tomás Gimeno sabía todo eso y fue el lugar donde escogió sumergir el cuerpo de sus niñas, envuelta cada una en una bolsa de pádel que amarró al ancla de su propia embarcación.

Pero fue precisamente una chatarra lo que permitió que hallaran esas bolsas, con Olivia adentro, pues se engancharon de una parte de un barco abandonado. El cuerpo de Anna, quizás por ser tan chiquito, se zafó de la bolsa. No lo han encontrado aún.

Gimeno tampoco contaba con el empeño de los investigadores de solicitar, aún con  lo difícil que era lograrlo, el alquiler de un submarino con sonar para rastrear ese difícil fondo marino.

La carta de la madre

El viernes se hizo público en Tenerife el auto judicial de las investigaciones en torno al caso de las niñas Anna y Olivia. Su padre, Tomás Gimeno, las asesinó en su casa la noche del martes 27 de abril. Luego las envolvió en unas toallas, introdujo los cuerpos en bolsas de basura que metió dentro de unos bolsos deportivos y los depositó en el maletero de su Audi.

Condujo desde Igueste de Candelaria hasta Santa Cruz de Tenerife para completar su plan: salió su embarcación hacia un lugar de aguas profundas y arrojó los cuerpos de sus hijas de 1 y 6 años de edad. El objetivo de Gimeno era «provocar a su ex pareja el mayor dolor que pudo imaginar» -dice el documento legal- dejándola en la incertidumbre de no encontrar nunca ni siquiera los cuerpos de las niñas. Los detalles son escalofriantes y revelan un plan estructurado.

Ahora que ya no hay esperanzas, Beatriz Zimmermann, la madre de las niñas, ha hecho pública una carta:

«Con todo el dolor de mi alma, les quiero escribir una carta de agradecimiento. A todos ustedes que han estado en corazones y rezos con ellas y conmigo acompañando todos los días desde que desaparecieron, ofreciendo todo el amor y ayuda para que tuviera un final feliz.

Desgraciadamente no fue así, sufriendo en dolor el acto más monstruoso que una persona puede cometer: matar a sus propios e inocentes hijos.

Deseo que la muerte de Anna y Olivia no haya sido en vano. Y que aunque ahora sintamos el mayor odio, desesperanza y dolor, no sea para traer más sufrimiento al mundo sino lo contrario. Que trascienda en amor para los niños en forma de protección, educación y respeto.

Gracias a ellas, muchos padres miran ahora a sus hijos de otra manera y valoran mucho más el amor y los momentos diarios de las cosas simples. Ese maravilloso día a día que tanto echo de menos. Lo que yo daría por peinarles el pelo… Ese simple acto ahora mismo es lo que más desearía…

Gracias a ellas se conoce el significado de la violencia vicaria. Espero que las leyes se pongan más duras protegiendo a los niños. Ellos no tienen por qué cargar con esa mochila, y si el amor se acaba lo más importante es el bienestar de los hijos.

Si hay maltrato en los progenitores hay que ser muy tajantes porque los niños no pueden estar creciendo viendo violencia. Los niños son el futuro y es muy importante que crezcan observando un ambiente de respeto, paz, amor y tranquilidad…

Ellas son ahora dos ángeles que han venido al mundo enseñando una gran lección a costa de su vida. Y yo, siendo su madre, voy a luchar en contra de estas injusticias y el bienestar de los niños. Por ellas y por todos los niños. Anna y Olivia estaban llenas de amor, todos los días yo les decía a cada momento que las amaba muchísimo…

A Olivia le decía: «Oli, tengo un problema». Ella me respondía; «Sí, mami, ya lo sé: que me quieres demasiado». Y ella sonreía. Los niños son nuestra responsabilidad y yo como madre me duele en el alma no poderles haber salvado la vida. Ojalá yo hubiera estado en ese momento junto a ellas de la mano y morir juntas.

Pero eso no pudo ser porque Tomás quería que sufriera buscándolas sin descanso y de por vida.

Esa fue la razón por la que dejarme a mí con vida … Y por supuesto, el no quedar como el mayor asesino de la historia. Aquí la justicia salió a la luz.

Gracias a toda la energía enviada en este caso tan desgarrador, gracias a todo el amor que pusieron, sucedió el milagro de encontrar a Olivia. Y que la verdad se conociera.

Cuando me dijeron la noticia se me vino el mundo encima, y por muy duro que sea por lo menos ahora puedo llorar su pérdida y sentirlas a mi lado a cada momento; sentirlas cuando me despierto, cuando desayuno, todo el día, hasta que me acuesto…

Debería de existir el ‘Día Nacional del Niño’. Todos los 27 de abril, para recordar que ellos son, junto a las personas mayores, nuestro principal cometido de dar amor, apoyo y educación. No olvidar que dependen de nosotros y que confían plenamente en nuestro amor hacia ellos. Tenemos una responsabilidad…

Deseo que la muerte de las niñas sirva para crear mayor consciencia sobre el amor que entregamos a nuestros hijos, en valorarlo y cuando estamos con ellos no tener la cabeza en otros asuntos sino en ellos. Nos necesitan y nos adoran.

Olivia y Anna, ahora los angelitos de los niños, piden que les den todo el amor a sus hijos, dedicación, respeto, y que se les inculquen valores para un mundo mejor. Ellas habrán muerto en cuerpo, pero su alma está con todos nosotros para siempre, ayudando a tener más conciencia, amor y respeto por nosotros. La gran mayoría de las personas son seres increíbles, lo han demostrado en este acto tan cruel con la compasión y el dolor.

Gracias de todo corazón.

Beatriz; mamá de Olivia y Anna. Los angelitos».

El hallazgo

Más de un mes después de la desaparición de Anna y Olivia, encontraron el cuerpo de la hermanita mayor, Olivia, en el fondo del mar, en Canarias, justo en la zona donde se encontró la lancha del padre a la deriva.

Las autoridades ya informaron a la madre del hallazgo. El cuerpo lo encontró un sonar submarino especial que el gobierno de Canarias compró para la búsqueda. Siguen rastreando el fondo marino.

El cuerpo fue encontrado a mil metros de profundidad dentro de un bolsa de deportes amarrada a un ancla. Había otra bolsa similar, pero estaba vacía.

El responsable de la desaparición de las dos hermanitas es su propio padre, Tomás Gimeno, en un cruento caso que tiene a España en vilo.

Hace dos días, el sonar encontró en el fondo de la misma zona del mar, a una milla náutica del puerto de Güímar, un tanque de oxígeno y una cobija nórdica. Según las autoridades, ambos objetos pertenecen al padre.

Beatriz Zimmerman, la madre de las niñas, consideró que la aparición de ambos objetos era parte del «teatro» del padre, y le reforzó la teoría de la fuga. Desmintió que estuviera «muy mal», como informaron algunos medios de comunicación. Según reprodujo el diario de Navarra, estaba esperanzada.

Pero el nuevo hallazgo le oscurece el panorama, hasta llevarla a un pozo sin fondo.

Un caso estremecedor

El caso de Anna y Olivia es uno de esos sucesos que logra generar empatía en todas las personas que lo conocen. El secuestro y desaparición de estas dos niñas de 1 y 6 años, por parte de su propio padre, trasciende sobre otros casos similares por la filigrana de maldad tejida por el hombre, para no dar pistas sobre el paradero de las pequeñas.

¿Qué se sabe de ellas? Pues solo eso: En Tenerife, su padre, Tomás Gimeno, de 37 años, se las llevó a un destino incierto. Se desconoce si están muertas, como dejan intuir las últimas acciones del hombre, porque subió con maletas pero sin niñas a una lancha de su propiedad que luego apareció vacía, con huellas de sangre que resultaron ser de él. Pero esa grabación puede ser una puesta en escena, un engaño, para desviar la búsqueda. Por eso se cree, también, que pueden estar escondidas en España o en otro país. Piensan que pueden estar en Latinoamérica o en África, por algunas conexiones descubiertas.

Recientemente se conocieron otras pistas sobre el caso. Días antes de desaparecer, Tomás Gimeno contrató a una detective para que averiguara si su exesposa había rehecho su vida. Y sí. La madre de las niñas, Beatriz Zimmerman, estaba con un empresario belga de 60 años. Y esto no le gustó nada a Gimeno.

También se conoció que el padre de las niñas llevó a su perro a la casa de sus padres y lo dejó allí. Y que repartió varias de sus cosas, entre ellas su automóvil.

Aferrada a la esperanza de que las niñas estén en otro país, Beatriz difundió un video reciente de Anna y Olivia, para que la gente las examine y pueda reconocerlas en cualquier parte del mundo, incluso si el padre les cambió el color de cabello o las disfrazó de hombrecitos. Hay que detallar las pobladas cejas y las largas pestañas de Olivia, los redondos cachetes y el azul cielo de los ojos de Anna, y tatuarlos en la memoria. El video muestra muy bien sus rostros y sus expresiones.

«Se me paró la vida»

La madre hizo pública la carta que escribió al cumplirse las cuatro semanas de la desaparición de las niñas. La tituló «Cuatro semanas desde que se me paró la vida». El diario El Mundo reseñó la misiva, que fue enviada a un programa de televisión.

En ella,  agradece la atención al caso y pide a las autoridades que no dejen de buscarlas. Dice que cada día «aumentan las ansias de tenerlas conmigo de vuelta» y asegura que tiene  «fe de recuperarlas».

Esperando por un sonar

A finales de esta semana llegará a Canarias un sonar, que es un aparato electroacústico, para ayudar a rastrear pistas en el fondo del mar.  Apenas llegue se comenzará a usar en la investigación y búsqueda de Anna y Olivia.

El sonar está diseñado para detectar, a través de ondas, objetos sumergidos. En el caso de las pequeñas, se espera conseguir al menos las dos maletas que el padre subió a la lancha y que luego no aparecieron cuando encontraron la nave flotando sin ancla.

¿Qué pasó?

Los padres de Anna y Olivia están divorciados pero, hasta ahora, se toleraban lo suficientemente como para no discutir el régimen de visitas en los tribunales. Beatriz y Tomás arreglaban entre ellos el tiempo que las niñas pasaban con cada uno.

La del martes 27 de abril pintaba como una visita más: el padre pasaría la tarde con ellas y Beatriz las recogería a las 9 de la noche. Pero a esa hora no había nadie en casa de T0más, así que ella lo llamó. Tranquilamente, le respondió que aún estaban cenando y en una hora las llevaría a casa de Beatriz.

Pero no. A las 10 no llegaron. Beatriz volvió a llamar. Al otro lado del teléfono le habló un Tomás que le heló la sangre. En esa conversación, le dijo que nunca más vería a sus hijas, pero que no se preocupara porque las iba a cuidar.

Hasta ese momento, nada en el comportamiento previo de Tomás como padre habría presagiado una tragedia. De hecho, algunos de sus amigos aseguran que las niñas deben estar escondidas, porque no lo creen capaz de hacerles daño. Como solía hacer, ese día buscó a la niña más pequeña en casa de Beatriz y luego recogió a la grande en el kinder del Colegio Alemán.

Por supuesto que, al oírlo, Beatriz corrió a la policía. A las 10.30 pm, desde la comisaría, volvió a hablar por teléfono con Tomás que le repitió lo anterior: a las niñas no las volvería a ver. Luego el teléfono sale de cobertura hasta la 1.30 am cuando finalmente el hombre contesta y le dice, de nuevo, que se va a ir con las pequeñas.

¿Qué hizo la policía en todo ese tiempo? No consta en acta. Pero sí se sabe que Beatriz llamó a todos los conocidos de Tomás, incluso a sus padres. Y tanto los abuelos Gimeno como algunos amigos, le dijeron que ese día lo habían sentido raro, «como si se despidiera». Con esa información, Beatriz regresó a la comisaría en la mañana.

Zarpó dos veces

En la reconstrucción de los pasos de Tomás que hicieron las autoridades, se denota a un hombre con un plan, que actúa fríamente. Esto contraviene lo que sobre él dicen algunos conocidos, que lo tildan de impulsivo.

Anna y Olivia

Poco antes de las 6 de la tarde de ese día Tomás apareció, sin niñas, en la marina a revisar el motor de su lancha. A las 9.30 pm, después de la primera conversación con Beatriz, volvió, esta vez con varias maletas dentro de su automóvil, que subió a la lancha. Las niñas tampoco estaban, al menos en forma visible. Veinte minutos después zarpó y regresó a las 11.30 pm. Cargó su móvil durante 15 minutos en la garita del vigilante, lo que coincide con la falta de cobertura móvil de la que habló Beatriz, y volvió a salir a las 12.30 am.

Se sabe que una hora después habló por última vez con su exesposa. Después de eso hay un vacío de varias horas, hasta que se encontró la lancha vacía sin maletas ni personas, pero también sin ancla. Había un rastro de sangre que, al hacerle la prueba de ADN, resultó ser de Tomás.  Unos días después apareció, flotando en el agua, la silla de automóvil que usaban para Anna.

Desde entonces, la búsqueda de las niñas desaparecidas es intensa por aire, mar, tierra y canales digitales. Los expertos analizan las corrientes marinas para fondear por esos lados. De Tomás no hay rastro. Ni siquiera ha usado 55.000 euros que poco antes de la desaparición movió de una cuenta a otra.

Tomás, el de los problemas

Hasta ahora, y como padre, a Tomás no había nada que reprocharle. Sus amigos aseguran que cuidaba y trataba bien a las niñas, a las que siempre veía. Pero en el resto de su vida había tenido problemas.

Personas de su entorno lo califican de violento y en la policía tiene prontuario por robos y peleas. Tiene antecedentes por drogas. Y varios testigos han contado que agredió a Beatriz y a otra pareja, aunque nunca hubo denuncia.

También le gustaba presumir. Tenía, o tiene, una lancha, un costoso automóvil Audi y una finca. Hacía karting y pádel.

¿De dónde sacaba dinero para todo eso? De su familia. Tomás era el único administrador de una empresa de flores y de fincas de plátano pertenecientes a los Gimeno. Sin embargo, como era de esperarse al revisar sus antecedentes, algunos de sus parientes habían tenido peleas con él, por su forma de hacer las cosas.

Por los momentos, se le imputa, en ausencia, delito de secuestro de menores y tiene orden de captura internacional. Y el mundo mantiene la esperanza de que Anna y Olivia aparezcan vivas.

Nota: Este texto fue publicado originalmente el 6 de mayo de 2021. Fue actualizado el 13 de mayo con las pistas más recientes del caso. El 25 de mayo con la carta escrita por la madre y la adquisición del sonar. Y el 10 de junio con el hallazgo del tanque de oxígeno y la cobija, las declaraciones de la madre de las niñas y el cuerpo infantil que encontró el submarino. Una nueva actualización se hizo el lunes 14 de junio para reproducir la carta de la mamá de las niñas y otra el 20 de junio sobre las conclusiones de los investigadores. El 29 de junio se incluyó la demora de Gimeno en quitarse la vida. El 29 de octubre se actualizó con la reconstrucción de los hechos

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