Economía

A 10 años de la salida de Venezuela de la CAN, ¿valió la pena?

Se cumplieron recientemente 10 años de la salida de Venezuela de la Comunidad Andina (CAN), integrada en este momento por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.

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Después de que el país ingresara a la CAN en 1973, el 22 de abril de 2006, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Ali Rodríguez Araque, denunciaría mediante una carta el Acuerdo de Cartagena, alegando que la por entonces reciente suscripción por parte de Perú y Colombia de Tratados de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, iba a asimilar la normativa de los TLC a la CAN, cambiando su naturaleza y principios originales.

Pocos días después de la denuncia, Venezuela firmaría junto a Bolivia y Cuba el Acuerdo para la aplicación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y el Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA) y comenzaría a mirar al sur para posteriormente en 2012, entrar en el MERCOSUR.

Se alegaba entonces, en el referido texto de denuncia, que los TLC privilegian intereses particulares incrementando injusticias sociales e irrespetando los derechos humanos, que debían ser garantizados por la constitución venezolana.

Se homologaban los TLC a “injusticia, desigualdad, exclusión, privilegios de las minorías, discriminación y quebrantamiento de los principios de igualdad y progresividad en la garantía y disfrute de derechos, estableciendo nuevas formas de colonialismo.” (Texto de la carta de Denuncia). También se agregaba en el texto que los TLC provocaban la desaparición de los sectores productivos y de la soberanía económica.

Curiosamente, los argumentos esgrimidos por el gobierno venezolano no tenían ningún sustento. Ni se asimiló a la CAN la normativa de los TLC bilaterales de Colombia y Perú con los Estados Unidos, ni esos TLC causaron la destrucción de los aparatos productivos de Colombia y Perú llevándolos a nuevas formas de colonialismo.

Al respecto, para 2014, 25,6% de las exportaciones colombianas se dirigen a los EEUU y 36,2 % del total de sus importaciones provienen de ese origen (BID, 2014). En el caso de Perú, 16% de sus exportaciones se dirigen a Estados Unidos y 20,9% son importaciones desde los Estados Unidos. Para ambos países el comercio a lo largo de estos años, en términos de volumen y valor, ha crecido significativamente con los Estados Unidos, se han diversificado sus exportaciones y en general todos sus indicadores económicos son estables y positivos.

En el caso de Venezuela, irónicamente, Estados Unidos es el principal socio comercial en exportaciones petroleras y no tradicionales (no petroleras) e importaciones, alcanzando un 25% aproximado del total del comercio del país.

Igualmente el principal destino de las inversiones públicas y privadas venezolanas es Estados Unidos.

Volviendo a la Comunidad Andina, si bien es cierto que el comercio intrarregional de ese esquema de integración es muy bajo (apenas 9,9% de lo que comercian sus miembros con el mundo lo hacen entre ellos), comparativamente con el 61,2% del comercio intrarregional de la Unión Europea, para Venezuela representó por muchos años la única región del mundo en la cual las exportaciones no tradicionales del país superaban las exportaciones petroleras, es decir, que era el lugar ideal para que aquellos productores que querían tomar riesgos y desarrollar sus exportaciones lo hicieran en una forma relativamente sencilla.

La CAN, siendo una de las iniciativas de integración regional con mayor desarrollo institucional en el mundo, la segunda más elaborado después de la Unión Europea, no ha escapado a los embates de una multiplicidad de iniciativas de integración y cooperación en la región que no terminan de consolidarse en una sola, y que se dispersan entre ellas a nivel regional, contrario a lo que ha ocurrido a lo largo de los últimos 65 años en Europa, con la Unión Europea, que de pocos miembros ya tiene 28.

ALADI, CAN, Mercosur, UNASUR, CSN (Comunidad Suramericana de Naciones, ya desaparecida), CELAC, Alianza del Pacifico, ALBA y pare de contar, hemos dado muchas vueltas los latinoamericanos en estos temas, y a pesar de mejoras puntuales en algunos países de la región, seguimos en lo mismo, buscando el ideal integracionista en tiempos de una creciente y compleja globalización.

¿Fue positiva para Venezuela la salida de la CAN? Realmente no lo creo. Nos alejamos de uno de nuestros mercados naturales para entrar al MERCOSUR jugando en el tablero con varios grandes de la región (Argentina y Brasil), sobre todo en el sector agroindustrial, sin tener fichas.

Modificamos todo nuestro arancel de aduanas frente a terceros países para adaptarlo al del MERCOSUR, reduciendo los aranceles en donde no debíamos y elevándolos donde no convenía a los intereses del país. Redujimos significativamente nuestros aranceles frente a los miembros del MERCOSUR, sin tener mucho que vender y sí mucho que comprar. Para 2014 exportamos al MERCOSUR $ 260 millones, mientras importamos casi $ 6 billones.

Aun así, Venezuela no termina de asumir todos sus compromisos dentro del Mercosur, y mientras sus miembros avanzan en muchos temas y negociaciones con terceros, incluyendo la Unión Europea, nosotros todavía estamos, “sin estar totalmente.”

Al final de cuentas, después de 10 años, se puede concluir que los problemas de Venezuela no tienen mucho que ver con la CAN, con el MERCOSUR, con los TLC’s, con los Estados Unidos o con China, sino con la falta de un proyecto de país, realizable no en lo ideológico o utópico, sino en lo posible y práctico en donde todas las variables para el desarrollo de un clima de negocios atractivo y estable (priorizando sobre todo el respeto a los derechos de propiedad), inversiones, competitividad, fomento tecnológico, producción, etc sean la prioridad en vez del discurso de enfrentamiento y la exaltación de fantasmas que solo pueblan la imaginación de mentes condicionadas por mundos ya lejanos y superados.

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