Venezuela

¿Un 4-F con “menos Chávez y más Maduro”?

El 4 de febrero de 1992, el teniente coronel Hugo Chávez Frías se alzó en armas con un nutrido grupo de militares de bajo rango en contra del gobierno del presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. La intentona fracasó  y los rebeldes fueron apresados, pero el país nunca sería el mismo. Con la llegada de Chávez al poder, en 1998, el gobierno reivindicó la insurgencia militar y la fecha se convirtió en punto angular de la mitología histórica del movimiento chavista, que eventualmente heredó el presidente Nicolás Maduro

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Miguel Gutiérrez/ EFE

La última vez que Hugo Chávez  pasó el 4 de febrero (4-F) con sus seguidores fue en el año 2012. El vigésimo aniversario de la insurgencia militar fue conmemorada con un masivo desfile en el Paseo Los Próceres y una pintoresca exhibición de fuerza bélica. El despliegue era comparable con los actos oficiales tradicionales del 5 de julio. No era poca cosa: los 20 años de la “gesta histórica” del Comandante no podían pasar por debajo de mesa.

El año siguiente, en febrero de 2013 (un mes antes de su fallecimiento), a pesar de no encontrarse en Venezuela, Chávez le hizo llegar una emocional carta a sus seguidores con razón del 4-F. El texto fue leído por el entonces vicepresidente de la República, Nicolás Maduro, frente a una multitud en la Plaza Pagüita de la ciudad de Caracas:

“Cuanto lamento estar ausente físicamente del territorio patrio por primera vez en esta luminosa fecha de parto, pero así lo exige esta batalla que estoy dando por la plena recuperación (…) Siéntanme entre ustedes en este día de la Dignidad Nacional: estoy con ustedes, llevando la boina roja y el brazalete tricolor”, declamó un Nicolás vestido con los colores de la bandera hasta los tobillos.

En 2014, la emotividad volvió a enmarcar la fecha. El líder de la revolución había fallecido hace casi un año y el pueblo rojo se dio cita en el Cuartel de la Montaña (edificación donde se atrincheró Chávez en 1992 y donde reposan sus restos) para rendirle honores al expresidente.

En los años 2015, 2016 y 2017 el hecho fue recordado por los oficialistas con el entusiasmo de siempre, pero sin ser determinante en el contexto político. Este año, el simbolismo del 4 de febrero retoma importancia en la épica chavista. 

Hace escasos dos días, el PSUV oficializó a Nicolás Maduro como su candidato para los comicios presidenciales, esperados para antes de que termine el mes de marzo. Maduro tiene la oportunidad de iniciar su carrera electoral con el impulso del 4-F y evocar la “hazaña” de Hugo Chávez como referente de la contienda que ahora le toca encabezar. Como en 2013, bordado en todas las gorras de los pro-gobierno, el espíritu de la “rebelión cívico-militar” puede dirigirlo una nueva victoria.

Sin embargo, todo apunta a que la campaña electoral girará en torno a consolidar la imagen del Presidente como líder autónomo del chavismo. Maduro, aseguran, estaría “construyendo su propia épica”. ¿Jugará Nicolás con la “mística” del 4-F o preferirá apostar a sus propias batallas?

El director de Venebarómetro y consultor político, Edgar Gutiérrez, afirma que “Chávez en el mejor de los casos será utilizado de forma tangencial”.

“Comunicacionalmente, hay un punto de inflexión que marca este nuevo rumbo: cuando empieza a construirse el relato de ‘Maduro constructor de victorias’. A mi juicio, es una decisión tomada: menos Chávez y más Maduro”,  indica.

No obstante, los especialistas coinciden en que al margen de esta estrategia electoral, Nicolás Maduro no quiere ni puede desmarcarse de la figura del 4-F, principalmente porque representa en el seno chavista y militar una narrativa moralizante.

“Evidentemente el 4-F es un símbolo más de los militares que de los civiles, pero lo castrense es el sostén de apoyo de Maduro. Por eso debe estar constantemente gratificando a ese sector. Maduro no puede soslayar nunca esa liturgia en el marco de sus comunicaciones”, resalta Gutiérrez.

El analista político Carlos Raúl Hernández entiende el 4-F como “la carta funcional” del chavismo, la fecha que “le da razón de ser y contiene su ética”, razón por la cual asegura que Maduro, lejos de intentar desprenderse, se aferra con las uñas a su memoria. Sobre todo porque, a su juicio, esta “es la etapa de decadencia del chavismo y, por ende, del 4-F como ideología”

“Yo creo que el madurismo vive básicamente de la memoria del 4 febrero y la de Chávez, que usan permanentemente en cada coyuntura. Se trata de una idolatría al pasado chavista y, a pesar de que él -Maduro- ha tenido varios triunfos políticos importantes, con la incompetencia de algunos líderes de la oposición,  carece de los recursos de maniobra y de seducción que tenía Chávez», opina.

Luis Salamanca, también analista político, corrobora la tesis de Hernández:

“Para ellos tiene una connotación heroica. De hecho, no lo consideran un golpe militar, sino una rebelión y le quieren atribuir la leyenda de que allí nació el nuevo Bolívar. Para ellos el 4F es uno de los iconos de la revolución que, de vez en cuando, se trae a colación”.

Para Salamanca separar la imagen de Maduro de la de Chávez es un error condescendiente, pues busca absolver al expresidente de su responsabilidad sobre la crisis generalizada que vive hoy el país. “Chávez es el padre de esta catástrofe… Ha habido una continuidad entre el 4 de febrero, Chávez y Maduro bastante clara”.

“Si Chávez le hubiese tocado esta circunstancia, ¿tú crees que hubiese hecho una cosa distinta? (…) Yo no me creo ese cuento… La gente que dice Maduro está traicionando a Chávez: no. Maduro es Chávez”, juzga Salamanca.

Añade que si bien existen algunos participantes del 4 de febrero que se han desmarcado del gobierno, no configuran un grupo lo suficientemente fuerte como para defender «los verdaderos ideales” del chavismo.

El ministro de defensa de Carlos Andrés Pérez durante el intento de golpe de Estado, Fernando Ochoa Antich, no lo concibe de la misma forma y se atreve a realizar una analogía entre la relación de los gobiernos de Josef Stalin y Lenin, líderes de la revolución rusa, con la de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

“Cuando Stalin empieza a surgir, la figura de Lenin se quedó allá en la Plaza Roja, pero toda la épica era de Stalin y es eso lo que –el madurismo- ha venido haciendo. Date cuenta de que esta es la forma en que funcionan los regímenes totalitarios, Stalin inició una purga de sus antiguos compañeros que eran leninistas, es muy similar a lo que hace Maduro con los chavistas como el caso de Rafael Ramírez. Si hiciéramos una evaluación exacta del número de oficiales que respaldan a Maduro y estuvieron el 4 de febrero, te das cuenta de que son pocos”, comentó en una entrevista concedida en exclusiva para El Estímulo.

Por su parte, el mayor Gerardo Márquez, uno de los miembros de la dirección nacional del MBR 200 y encargado de la toma de la Base Aérea La Carlota esa madrugada, aseguró que Nicolás Maduro, a pesar de su condición de civil, representa el legado del 4F y no duda ni un segundo de su fidelidad a los principios promulgados hace 26 años.

“Creo que entiende mejor que nadie que hoy la unión cívico-militar, esa que Chávez pregonaba, es el elemento fundamental para que esta revolución pueda seguir avanzando. Si alguien ha demostrado que tiene esa intención y tiene esa capacidad de asumirlo es nuestro presidente Nicolás Maduro que, hoy podemos decir, es nuestro candidato”, declara optimista.

¿Le conviene a Nicolás Maduro evocar el espíritu del 4F en un contexto económico y social profundamente más crítico que el de 1992?

Carlos Raúl Hernández indica que el uso del 4F como símbolo es, por lo mínimo, “paradójico”. “Ellos están permanentemente denunciando supuestos golpes que la oposición estaría armando, pero al mismo tiempo cimientan su mito en un hecho de fuerza, en una ilusión de las Fuerzas Armadas”, señala.

Pero, para el militar retirado, Gerardo Márquez, no hay punto de comparación entre la gesta de 1992 y los movimientos organizados por la oposición actual, puesto que su lucha era “por las reinvindicaciones sociales”, mientras que “estos luchan por el poder”.

“No comparemos las luchas sociales de 1992, con la lucha de un grupo oligárquico como es hoy. Hoy estamos enfrentados entre dos cosas: entre un gobierno socialista que quiere equidad, igualdad, que quiere cooperación entre todos los venezolanos y la mejor distribución de la riqueza para todos  y un grupo que solo quiere el poder y que obedece a los designios del Imperio norteamericano”

A pesar de la crisis económica y la difícil situación que padecen los venezolanos, Márquez descartó la teoría de una sublevación y demuestra plena confianza en la FAN, que, según asegura, “obedece el mandato del pueblo”.

“Aquellos obedecían a una clase oligarca (…) Esta FA está al servicio de la revolución bolivariana y del pueblo de Venezuela pero, además, porque lo siente y lo cree, porque lo vive, y eso es legado del 4-F”, sentencia.

A pesar de polarización política y de las opiniones encontradas, parece que hay algo en lo que sí coinciden, sin distinción, afectos y adversos al chavismo: Maduro es la representación de Chávez y, por consiguiente, heredero orgulloso del 4-F.

Este domingo, la primera parada en la ruta para la reelección de Nicolás Maduro, contempla una marcha con destino a Miraflores donde se realizará un acto por el “Día de la Dignidad”. De esta forma, parece fijado que “el conductor de victorias” no caminará del todo «solo» y se embarca a nueva contienda electoral de la mano del fallecido Hugo Chávez y el mito del 4-F de 1992.

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