Melomanía

Wilmer Franco, con una pequeña ayuda de sus amigos

Acarigua tiene nueva referencia musical y ese es Wilmer Franco. El músico de 24 años conquistó el Festival Nuevas Bandas 2019 a punta de blues

Wilmer Franco
Alejandro Cremades
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Wilmer Franco fue el último en presentarse sobre la tarima del Festival Nuevas Bandas pero solo por un asunto de orden alfabético. Fue muy bien recibido por el público caraqueño que ya sumaba unas cuantas horas -con lluvia incluida- ese 20 de octubre en la Plaza Altamira Sur. También por el jurado que lo designó ganador.

Y así empezó a cambiar su vida.

Desde ese domingo su rutina se volcó en hacer gira de medios en Caracas para darse a conocer. A las oficinas de UB Magazine llegó vestido con jeans oscuros, una camisa roja de cuadros, con anillos plateados en varios de sus dedos y, claro, no podía faltar su sello peculiar: su pelo rizado.

Inició hablando sobre sus raíces musicales. No era común conocer a alguien que escuchara country en la Portuguesa llanera: “Solo aquellas personas que ya tienen un conocimiento previo sobre ese género y saben más allá del rock”.

La pasión por ese sonido se desbordó cuando escuchó el disco de Alan Lomax titulado “Negro Prison Songs”, de 1959. Para él este álbum marca un hito en el blues y delta blues .

“Antes los afroamericanos componían sus canciones sobre el trabajo en las plantaciones. Considero que no hay nada más crudo en el blues que ese disco en específico”, explicó.

Ese disco dejó “timbrado” a Wilmer Franco y decidió comenzar a recopilar más canciones que lo pudiera nutrir como músico y alimentara su proceso creativo y la definición de un estilo: “Soy partidario de que menos es más en cuanto a la música y estoy convencido de que no hay que ser un virtuoso de la guitarra y de la voz para hacer buena música, solo se necesita la pasión y del talento para hacerlo”.

En 2016 grabó en un estudio profesional “Find my way again” y dos canciones más. Pero la inflación le impidió continuar, aunque solo por breve tiempo. Volcó su sitio de trabajo en su cuarto y logró conseguir una computadora que pudiera grabar maquetas y aguantara los programas de edición.

La primera canción que grabó en su casa fue “Mary Ann” –sencillo que lo dio a conocer en el FNB- y al tener suficiente material comenzó a mostrárselo a sus colegas: “La primera reacción era de asombro y de decir ‘¡¿qué estás haciendo con tu vida? ‘ y luego me daban su apoyo con lo que estaba haciendo comparándolo con los trabajos de Bob Dylan”.

Camino a Caracas

Para correr hay que gatear primero. Y aprender a caminar. Wilmer comenzó a tocar en el único rock bar de Acarigua que se llama “Don Paco Rock And Roots Bar”, al que considera su segunda casa.

Al referirse a este lugar sus ojos se aguaron ya que conectó con las experiencias que ha tenido con ese sitio: “Estoy seguro de que cuando vuelva a tocar algo pasará”.

Wilmer seguirá tocando country y blues con las variantes que surjan en el tiempo: esos géneros representan su esencia como músico. Agregó que la “picardía” latinoamericana le permitirá resaltar ya que él no busca parecerse a los artistas estadounidenses.

Para el músico de Acarigua, ya el hecho de tener un padre marabino y una madre con raíces guaras lo convierte en una persona súper criolla. Para él sus padres fueron un apoyo fundamental. Su mamá le contó que su abuela paterna le dijo a ella que su nieto no sería pelotero –Wilmer practicó béisbol desde los dos años hasta los trece- sino que se convertiría en cantante.

En su historia con el festival Nuevas Bandas su productor Angel Sapienza y la banda -Aveki Torres y Rebeca Torres (coristas), Marian Blanco (bajista), Asdrúbal Monsalve (guitarrista) y Ángel Ricardo Gómez (batería)- fueron decisivos.

Wilmer Franco

Al principio no estaba muy seguro de participar en el FNB. El empujoncito de su productor lo terminó de convencer. “Mary Ann” fue la canción principal de su reportorio a lo largo del concurso. Participó en el Circuito Nuevas Bandas Occidente II –fase preliminar- y compitió luego con Akeure, Templo Coyote y Look Over The Walls.

Jamás se le pasó por la cabeza nada de lo que le está ocurriendo: “El hecho de que me encuentre acá y que me estés entrevistando, estar en una gira de medios, nunca me lo imaginé, pero eso ocurrió por las personas que creyeron en mí”.

Wilmer Franco dijo que el trabajo del FNB ha construido una “vitrina”. Ha permitido que tanto a los ganadores como a los concursantes puedan dar a conocer su trabajo. “El simple hecho de ir al festival ya te hace un ganador”.

Confesó que no sigue de manera tan exhaustiva el rock venezolano. Pero le gusta mucho el grupo merideño Charliepapa y es admirador del trabajo que hace Viniloversus.

Deuda pagada

Producir canciones en estudio, armar un toque en locales, costear traslados, viáticos para viajar de un estado a otro: todo aquí conspira contra el músico.

Y así como Wilmer Franco utilizó su casa como estudio para ahorrar costos, sus colegas y amigos también buscaron la manera de ayudarle y su productor no le pidió ningún centavo porque creyó en el potencial que tiene como artista.

“Sin ellos (los integrantes de la banda), no brilla Wilmer Franco”, así arrancó una de las historias que marcaría el destino que le aguardaba.

Días antes de que se llevara a cabo la final del FNB se percataron de que a pesar de contar con patrocinio el presupuesto no alcanzaba para llevar al equipo completo –conformado por diez personas- y en la madrugada del 17 de octubre el productor le dijo a Wilmer: “Tú vas a ir a Caracas, pero no podrán ir todos”. Pero Wilmer los quería a todos ahí porque el trabajo que se hizo previamente fue lo que le valió poder estar en la siguiente fase.

Estar juntos fue lo que les garantizó triunfar en el circuito de occidente en Barquisimeto y esa fórmula debía repetirse una vez más en Caracas.

Ya faltaban 48 horas para que llegará el 20 de octubre. Todos se encontraban sentados en una mesa, viéndose las caras y esperando un milagro que cayera del cielo. De repente las malas vibras se disiparon y comenzaron a llamar a cuanto amigo o conocido se les viniera a la cabeza y pudiera ayudarlos.

Wilmer recordó a una buena amiga que ese encuentra en España. Ella hace tiempo le había dicho que si necesitaba ayuda en algún momento “pegara un grito”. Le escribió: “Amiga, ¿usted recuerda ese día que me dijo? Bueno, llegó la hora del grito”.

La amiga cumplió con su palabra, él estaba sumamente agradecido con ella y le dijo que no sabía cómo pagárselo.

Wilmer sacó su celular y buscó el chat para mostrar la respuesta que le dio ella: “Tú me lo pagas ganando el FNB”.

Y así sucedió.

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