Opinión

Los resultados de una política de hegemonía

El efecto de la hegemonía comunicacional, como política oficial, es una sociedad fragmentada y desinformada. El chavismo ha logrado de forma exitosa arropar todos los espacios comunicativos y sacar del juego a los medios críticos

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Bajo la presidencia de Nicolás Maduro se ha profundizado el modelo de hegemonía y control sobre las comunicaciones en Venezuela. Si bien esta política fue delineada durante la gestión de Hugo Chávez, ha sido en la segunda década del siglo XXI que tuvo un impacto radical, cambiando el ecosistema mediático en Venezuela, con amplias repercusiones en la circulación de información en el país.

Sobre esto tuve el honor de hacer una presentación pública invitado por la Embajada de Francia y la Universidad Católica Andrés Bello, este 5 de mayo. La actividad estuvo enmarcada en la celebración internacional del día de la libertad de prensa, que fue exactamente el día 3 de mayo. Aquí trazo algunas de las reflexiones y puntos de vista que expresé en ese espacio.

Se apaga la televisión

En el período que gobernó Chávez se produjo el cese de la concesión de RCTV, en 2007. Se cumplen 15 años en este 2022. En aquel momento era el principal medio de comunicación del país, tanto por el número de empleados (más de 3.000) como por su popularidad (sintonía superior al 50% entre el total de la población). Aquello fue un punto de inflexión en materia de comunicaciones y tuvo amplias repercusiones políticas.

Posteriormente, de forma simultánea a las exequias del presidente Chávez, en 2013, se anunció la venta del canal de noticias Globovisión, el cual una vez en otras manos cambió radicalmente de línea editorial, dejando de ser un espacio crítico con el gobierno. La estrategia fue cercar al medio para obligar su venta.

El periodismo de papel desaparece

Junto a lo que fueron estos casos emblemáticos, se registró la desaparición de los periódicos impresos. La prensa escrita en Venezuela simboliza, de forma muy clara, la decisión oficial de dejar al país sin información. No ha sido un accidente, ni puede justificarse por la falta de dólares. Fue una decisión política.

Las cifras del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS Venezuela) retratan la mortandad. No cabe llamarle de otra manera. A partir de 2009 comienza a registrarse, según un reporte de esta ONG, la desaparición de periódicos. Entre ese año y el 2013 dejaron de imprimirse seis. La acción política masiva comienza en ese 2013, ya con Nicolás Maduro en la presidencia.

Desde 2013, cuando se crea el Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), y hasta 2021, dejaron de imprimirse 104 periódicos en Venezuela. De estos, apenas 50 permanecían con sus páginas web activas, y tres sólo existían en redes sociales. Los otros 51 sencillamente ya no estaban en ningún formato.

El efecto, que claramente se reflejó tras esta desaparición masiva de impresos, es la desinformación, especialmente entre la población adulta mayor, habituada a leer el periódico como vía para informarse. La ciudadanía se quedó sin periódicos, cuya función social principal ha sido organizar y contar los acontecimientos. Muchísimos venezolanos no tienen ni internet ni televisión por cable, con lo cual quedan a merced de la narrativa oficial, la cual domina ampliamente el espectro de radio y televisión.

Un total de 10 estados del país no tenían el año pasado ningún medio impreso. Los quioscos de periódicos venden chucherías o sencillamente cerraron.

En el resto del país subsisten ediciones limitadas de periódicos. Limitadas bien porque ya no circulan todos los días, bien porque las ediciones son de escasas páginas. Son periódicos sombra de lo que alguna vez fueron, antes de que el Estado venezolano monopolizara la importación del papel para imprimir los periódicos, y otros insumos, a través de la CEAM.

Nada de esto son buenas noticias. Al contrario, es una mala noticia no sólo para el periodismo venezolano, sino principalmente para la ciudadanía. Un país sin periódicos, sin prensa independiente será víctima de la desinformación. No es un aforismo, es lo se ha vivido en Venezuela.

Apagar radios

Por otro lado, dentro de las diversas estrategias que ha seguido el chavismo en Venezuela para silenciar la información, tal vez la más amplia y a la vez más silenciosa ha sido ir apagando las emisoras de radio del país. En una década se cerraron 180 estaciones, principalmente locales, como medida de retaliación por espacios de opinión o por una línea editorial crítica.

El número de emisoras de radio silenciadas en el país lo recopiló la organización Espacio Público junto al CPJ. Venezuela ha sido víctima de un radiocidio a gran escala como parte de una estrategia más amplia que ha caracterizado al chavismo: la hegemonía y control de las comunicaciones. Esto afecta seriamente el acceso a la información por parte de los venezolanos y genera como resultado una ciudadanía con problemas serios para poder informarse de lo ocurre en su propio país.

Todo inició en 2009. La data recopilada por Espacio Público y CPJ parte de la decisión tomada en agosto de 2009, cuando en un solo día el gobierno de Hugo Chávez suspendió la licencia de 32 radioemisoras. La decisión la anunció Diosdado Cabello, quien entonces estaba al frente de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel).

El factor sorpresa se ha implementado como una estrategia política. Se dejaron de levantar procedimientos administrativos previos, que los afectados pudieran apelar, y al mejor estilo autoritario, el día menos pensado están en una emisora una comitiva del chavismo y hasta allí llegan las transmisiones de la emisora. A las 180 emisoras que cerraron entre 2009 y 2019, se suman otra veintena en casos que tuvieron lugar durante 2020 y 2021.

En varios grupos focales realizados por la Asociación Civil Medianálisis en sectores campesinos y urbanos populares, en el estado Lara, se detectó una persistente esperanza de los más pobres en encontrar información en la radio en momentos de crisis. Estos venezolanos no estaban conectados al Internet, no tenían telefonía inteligente y los periódicos dejaron de circular.

El efecto de la hegemonía comunicacional, como política oficial, es una sociedad fragmentada y desinformada.

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