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Un viaje por el infierno en el Metro de Caracas

Hasta Dante se espantaría del averno capitalino. El Metro es el infierno de Caracas. El hacinamiento, las peleas y las mafias de vendedores son una constante. De 167 escaleras mecánicas, funcionan 28. No hay rampas ni ascensores para discapacitados y ancianos. De 42 trenes solo operan 15 y en ellos se movilizan a diario más de 1 millón 300 mil personas

El Metro es el infierno de Caracas
Daniel Hernández
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Llega el tren, abre sus puertas, se ve un vagón repleto de gente. Un huevo estrellado en el piso y una multitud que lo pisa. Una ola de calor que impacta al momento de abordar el vagón. Desde adentro se ve la caída de una señora de la tercera edad, quien en su desespero por entrar al vagón, mete la pierna en la zanja que queda entre el tren y la estación, quedando vulnerable y expuesta a una desgracia. En segundos, un señor la levanta, se escucha el aviso y se cierran las puertas. El Metro sigue su rumbo mientras la señora se queda en la estación, sobando su rodilla con una expresión de mucho dolor. El Metro es el infierno de Caracas.

«Este Metro no sirve, a mí todavía me deben 6 meses de trabajo».

Entre la multitud que vocifera, niños que lloran, vendedores que gritan y uno que otro pasajero con música en su celular, se escucha a lo lejos a una mujer hablando. «A mí me deben 6 meses de trabajo», comenta repetidas veces a dos jóvenes que la acompañaban.

Seis meses trabajó para la empresa del Metro de Caracas, y aún no le han pagado ni un día: «Yo no voy a hablar mal del gobierno, porque soy revolucionaria, pero sí voy a hablar pestes de la administración de aquí. Hacen lo que les da la gana. Este servicio funcionó hasta que Maduro entró en el poder». Asegura que ni desinfectante les asignan para limpiar sus puestos de trabajo: «El que quiere limpiar, tiene que traer todo de su casa».

Otro de los pretendidos beneficios de trabajar ahí es contar con un HCM, «que no llegué a utilizar, pero mis compañeros que han tratado de hacerlo, no han podido», dice la mujer que ahora está desempleada.

Todas las fotos de este reportaje son de Daniel Hernández y Alejandro Cremades

«Ya existe un paro técnico. Muchas gerencias no están realizando ninguna actividad y los trabajadores asisten solo para cumplir horario», asegura Ricardo Sansone, miembro de Familia Metro, una ONG formada por ejecutivos, técnicos y trabajadores de alta calificación gerencial y operativa, con muchos años en el Metro de Caracas.

22 estaciones: 167 escaleras y solo 28 funcionando

La línea 1 del Metro de Caracas está formada por 22 estaciones. Es la línea principal de este sistema de transporte subterráneo. Va desde Palo Verde, en el extremo este de la ciudad, hasta Propatria, en el extremo oeste.

De 167 escaleras mecánicas instaladas solo funcionan 28, lo que representa 16,76%. De todas las líneas, la 1 es la de menor porcentaje en operación, por ser la más antigua y exigida.

Si se toman en cuenta todas las líneas, el total de escaleras sería de 321 en todo el sistema.

La cantidad de personas discapacitadas y de la tercera edad que utilizan este medio de transporte se cuenta por centenares cada día. Resulta impresionante la manera cómo bajan y suben. La mayoría de ellos lo hacen solos, mientras que los más limitados cuentan, muchas veces, con la ayuda de desconocidos solidarios, que les dan una mano para llegar a su destino.

¿No sería mejor para ellos utilizar un medio de transporte terrestre? Probablemente sí. Pero el ingreso mensual, de su pensión por jubilación, es de Bs. 250.000, y cada pasaje de autobús cuesta alrededor de Bs. 6.000. No hay que sacar muchas cuentas para entender la razón por la que prefieren usar el subterráneo.

El Metro de Caracas fue uno de los sistemas de transporte más modernos en la época de su inauguración, en 1983.

Se dice que en los años 80, sus usuarios, sin importar clase económica o social, se comportaban de manera impecable. «El metro llegó a esta ciudad para cambiar y educar a las personas».

Infografía: Yiseld Yemiñany

El declive del sistema

Pero hoy la realidad es otra. El Metro es el infierno de Caracas. Como consecuencia de la crisis que vive el país, para esta fecha, de 40 trenes, solo están en funcionamiento 15. El resto de los trenes está fuera de servicio debido a la falta de mantenimiento.

«El declive del sistema llegó con el desmantelamiento de un modelo gerencial muy eficiente y eficaz, que por años logró mantener este sistema de transporte en Venezuela como uno de los mejores de América», ratifica Ricardo Sansone.

El estado general del Metro de Caracas es caótico. El servicio es nefasto. Un común denominador de todas las estaciones, donde se escuche música, es la salsa, muy distinta a la música instrumental que se escuchaba en los primeros años.

Los pasajeros deben esperar, como mínimo, entre 15 y 20 minutos en cada estación. Suciedad, olores rancios y un montón de basura se unen al hacinamiento de gente con zapatos rotos, ropa con huecos o muy gastada, caras de desdicha y preocupación, maloliente y desaseada, a causa de la recurrente falta de agua en la capital. Caracas es una ciudad en la que los servicios básicos son un tipo de suerte y donde el agua falta más de 5 días a la semana en muchas zonas.

El Metro es el infierno de Caracas y la población más vulnerable, en todo sentido, es la que día a día tiene que utilizarlo.

«En 2007 comenzó el derrumbe. En 2003 trabajaban 4.560 personas, pero con el ingreso descontrolado de personal, en 2007 se duplicó esa nómina, principalmente en el área administrativa. Eso creó un desbalance en el manejo económico de la empresa, que comenzó a depender en exceso del presupuesto nacional», explica Ricardo Sansone.

El metro es el infierno de Caracas y viajar en un medio de transporte como este, por muy común que suene, es todo un reto. En Venezuela se va la luz a diario, y quedarse encerrado dentro de un túnel es una situación que pocos están dispuestos a vivir. Pero no queda más remedio que arriesgarse.

El Metro es el infierno de Caracas

Petare: tierra de nadie

Petare es el sector más dinámico del municipio Sucre y una de las 32 parroquias del área metropolitana de Caracas, con una población de casi un millón habitantes. Su estación de metro es una de las más deterioradas. La cantidad de empaques vacíos de chucherías abundan por donde sea que se camine, aunque en los extremos de la estación se hacen notar más. El ambiente también es extraño, tenso, diferente.

El Metro de Caracas, como todos los metros del mundo, tiene un reglamento. En sus instalaciones está prohibido vender cosas. Tampoco se permite comer en los trenes y demás espacios del sistema. Pero en los vagones se vende comida.

La estación Petare es el punto de encuentro de los vendedores del Metro, o más bien, del «sindicato de carameleros». Si alguna persona quiere ofrecer algo, tiene que pagar «vacuna», y los «sindicaleros» asignan una ruta.

Si en el trayecto se monta alguien sin permiso, tratando de lucrarse y alguno de estos vendedores lo escucha o lo ve, la va a pasar mal. «Chamo, si alguno de nosotros te ve vendiendo eso, no la vas a contar», le dice en un tono de voz bastante prudente una de las vendedoras de ese tramo a un incauto buhonero.

«Ayer un chamito estaba vendiendo torta y bueno… se la quitaron y le partieron el brazo allá afuera. Si no quieres terminar así, es mejor que te vayas», le advierte.

Él podía tener unos 30 años. Se acababa de montar con tres forros de iPhone y unos protectores de pantalla «antichismosos». Tenía una herida expuesta en la pierna que no se veía nada bien. Esperó a que se cerrara la puerta y arrancara el tren para proseguir con su ofrecimiento.

En seguida apareció otro vendedor ofreciendo libretas.

«Agarre su mango bajito, como lo agarré yo esta mañana con una gandola que se volcó en Tazón. Aquí le tengo su libreta con bolígrafo incluido por solo diez mil bolívares. Hoy me ves y mañana ya no me ves», repetía una y otra vez, mientras muchos de los pasajeros sacaban desesperados el efectivo para agarrar «ese mango bajito«.

El Metro es el infierno de Caracas

Los caramelos «Chao» son los más comunes y baratos. «A dos mil bolos el caramelo Chao» es la frase más repetida a lo largo del trayecto.

Lucha de religiones dentro de un vagón

«La Virgen María resucitó para salvarnos…».

Eso expresa un señor de unos 50 años en pleno vagón entre Plaza Sucre y Pérez Bonalde. No transcurren ni 30 segundos cuando entre la multitud se escucha la voz de un hombre bastante exaltado: «¿En que parte de la biblia dice que María resucitó? Este hombre nos está mintiendo a todos. Cristo los ama, pero no pueden seguir creyendo las cosas que dice este mentiroso…». Y así empieza una discusión con insultos, gritos y abucheos hacia ambos contendientes. Un «cállate mamahuevo» cierra el episodio. Se abren las puertas y el viaje concluye. El tren ha llegado a su destino final: Propatria.

El Metro es el infierno de Caracas

El «Mocho»

«¡Cuidado con el mocho! ¡Cuidado con el mocho!», gritan todos de repente.

A lo lejos, se escucha el sonido de un pote de plástico, que resuena con unas monedas dentro. Y se ve a la multitud hacer un esfuerzo sobrenatural para apartarse.

Un hombre sin piernas se desplaza con sus manos sobre el piso, que está lleno de un pegoste negro que parece no tener fin. El fotógrafo de El Estímulo saca la cámara rápidamente para capturar el momento en que «el mocho» pasa frente a él. Para su sorpresa, el señor, desde el piso, lo reta.

 «¿Para qué me estás tomando tú una foto a mi?»

Y siguió su camino cuando otra persona dijo a lo lejos: «Pira de aquí».

Entre refunfuños, «el mocho» se perdió entre la multitud que abarrotaba el vagón. Nadie le dio dinero. Para él, también el metro es el infierno de Caracas.

Torniquetes de adorno

Aunque hace pocos días el gobierno anunció que el servicio debía pagarse, eso no está ocurriendo. De las 22 estaciones, solo en 5 se encontraba algún miliciano pidiendo y rompiendo los tiques que le entregaban, aunque era solo por una de las 2 entradas que tienen todas las estaciones. Basta con salir, cruzar la calle y bajar por la siguiente entrada para utilizar el servicio sin costo alguno.

En el pasado, los boletos del Metro estaban diseñados como los de cualquier ciudad del mundo. Eran de colores: amarillo, azul o naranja,  dependiendo de la cantidad de viajes que permitiera realizar. Con una banda magnética al dorso, el ciudadano solo tenía que introducirlo en el torniquete para que se descontara ese viaje. No se necesitaban funcionarios, pues los muchos torniquetes operativos facilitaban que el servicio fluyera de manera rápida y eficiente.

Actualmente, El Metro de Caracas no cuenta con un sistema de cobro automatizado, mecanismo que permite llevar la cuenta de los pasajeros que se transportan a diario.

«Lo que hemos hecho es calcular la cantidad de viajantes y, aunque son modelos matemáticos, la cifra que parece cercana a la realidad está sobre 1 millón 300 mil personas por día»,  señala Ricardo Sansone.

Metrobús y Metrocable

La ruta que cubrían los metrobuses también está paralizada. El Metro es el infierno de Caracas y esto se ha expandido a todos sus servicios. Estos autobuses fueron sustituidos por una flota totalmente nueva hace pocos años, pero entre Caño Amarillo y Agua Salud hay un cementerio de autobuses esperando ser reparados.

El Metrocable es un mito, por lo menos en Palo Verde.

«Esa obra lleva paralizada cinco años», dice uno de los vendedores que se encuentran a las afueras de la estación.

En San Agustín solo sirve de a ratos. Durante la mañana, por un par de horas. Por la tarde, igual.

Eran precisamente las dos de la tarde y la ruta estaba cerrada.

«Abrimos a las 4, estamos haciendo mantenimiento al sistema porque se nos está dañando», comenta una de las trabajadoras del metro, mientras se agacha para pasar por debajo de una santamaría a medio cerrar dentro de la estación.

Al menos cinco obras del Metro de Caracas están paralizadas. Entre ellas se encuentran el Metrocable de Mariche vía expresa y el Metrocable de Mariche vía local, junto con el Cabletren de Petare. De la línea 4, el tramo Zona Rental-Parque del Este I. Además, la línea Caracas-Guarenas-Guatire y las estaciones Guaicaipuro e Independencia del Metro de Los Teques, lo mismo  que su extensión hasta Carrizal.

¿Y desde cuándo funciona tan mal el metro? La respuesta común es: «Desde la muerte de Chávez».

Aunque usted no lo crea, el Metro de Caracas, en los años 80, era así (Video de Donlengua).

Las cifras que manejan los miembros de Familia Metro son desesperanzadoras. La tendencia expresa el declive de la operación comercial de esta empresa a partir a 2007. Cada año son menos los trenes disponibles y el equipamiento también empeora. Los cálculos cuantitativos indican que el día cero llegará en mayo de este año.

El Metro es el infierno de Caracas y tiene fecha de caducidad.

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