Opinión

La crisis que no se disipó y el papel del periodismo

Tener una generación de infantes que no han probado la carne o la han consumido de manera insuficiente es un tema que debería ser abordado desde el periodismo. La mirada periodística en Venezuela no puede ni debe conformarse con la versión oficial

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Vivimos en Venezuela en medio de una crisis generalizada y crónica. El país no se arregló, como intentó mostrar el gobierno desde fines del año pasado, y una vida normal sigue distante para la gran mayoría de la población en Venezuela.

Las recientes declaraciones del presidente argentino Alberto Fernández, que ya abordamos en otro artículo, revelan el impacto que ha tenido el aparato oficial de propaganda del chavismo. Según este jefe de Estado, en Venezuela los problemas se disiparon. La palabra crisis, que define a casi cualquier ámbito de la vida social y económica, no se ha desvanecido, no se ha disipado.

El que la población venezolana, como cualquier grupo humano, se haya adaptado a vivir en una situación caótica, que la vida cotidiana no se detenga pese a las adversidades, habla en el fondo de la naturaleza humana (ocurre en todas las sociedades en momentos de crisis) y no de que en Venezuela las cosas hayan mejorado de forma sustantiva para las grandes mayorías.

Una red social como Instagram, en este país, nos muestra lujo, consumo, marcas. Eso existe en Venezuela como en cualquier sociedad en la que haya un grupo social con alto poder adquisitivo. La plata que circula a manos llenas entre un porcentaje mínimo de la población coexiste con una realidad mayoritaria signada por ausencia de salud y educación precaria, con alimentación basada en carbohidratos en el mejor de los casos y un telón de fondo generalizado: los servicios públicos o dejaron de existir o trabajan a duras penas.

La otra cara, si seguimos en lo que muestran las redes sociales, está en Twitter. Allí, además de la guerra de insultos de todos contra todos, podemos encontrar cifras, pronunciamientos y testimonios de cómo la crisis generalizada afecta a los venezolanos. A la mayoría de venezolanos.

El paso de los años con este país en crisis, esa cierta continuidad de vivir en crisis, puede hacer que muchos periodistas y medios pierdan el foco informativo.

La persistencia de una problemática no le resta la condición de anomalía a la situación y por tanto debe ser objeto del tratamiento periodístico. Por ejemplo, que las pensiones y jubilaciones sean una miseria en Venezuela, por más de que hablemos de una situación extendida en el tiempo, no deja de ser un asunto que deba ser mirado desde el periodismo, por más años que hayan pasado.

No sólo la novedad es noticia. La persistencia de una problemática también lo es.

Y aún así cada tanto, hay novedades lamentables. Hace poco la experta y activista en el derecho a la alimentación Susana Raffalli, arrojó una mirada novedosa sobre la desnutrición en el país. Desde nuestro punto de vista, en este momento se percibe menos hambre que por ejemplo en 2015-2016, pero la población con magros ingresos accede principalmente a harinas y azúcar.

Según Raffalli, en Venezuela existen niños que a los dos años no han llegado a saborear la carne. La ausencia de proteína animal pasa a ser una nueva característica de esta crisis generalizada, como lo ha retratado también un reciente estudio del Observatorio de Universidades, al constatar la ausencia de este tipo de alimentos en la dieta de los universitarios.

De acuerdo con agencia especializadas de la ONU, los niños y niñas con una dieta carente de proteínas de origen animal tendrán dificultades en su desarrollo y tareas cognitivas. Además, resulta clave para la formación de masa muscular y el fortalecimiento de los huesos.

Tener una generación de infantes que no han probado la carne o la han consumido de manera insuficiente es, sin duda, un tema que debería ser abordado desde el periodismo. Y así como este hay muchos otros. La mirada periodística en Venezuela no puede ni debe conformarse con la versión oficial.

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