Opinión

El Oscar necesita otro golpe, uno que reanime a La Academia

La ceremonia ganó casi cinco millones de espectadores con respecto a la de 2021, pero sigue estando muy lejos de sus días de gloria. ¿Cuáles son sus errores? Aquí los repasamos y también las posibles soluciones

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La Academia necesita un golpe de timón. Puede que las cifras de la entrega que se realizó el domingo sean mejores que las de 2021, algo que se preveía, pero los números son muy bajos como para pensar que algún día se volverá a llamar la atención de 57  millones de espectadores (1998).

Alrededor de 15 millones de personas vieron el Oscar que se celebró en el Teatro Dolby de Los Ángeles. Un poco mejor que los 10,4  del año pasado. Prácticamente lo que un buen episodio de una serie podría reunir en un servicio de streaming.

Resultaba obvio que tras controlarse la pandemia, y luego de tanto encierro, había hambre de volver a ver el glamour de Hollywood. También había cierto morbo por saber si La Academia o sus miembros se pronunciarían contra Vladimir Putin y su invasión a Ucrania o a favor del colega, Volodímir Oleksándrovich Zelenski​. El grupo que esperaba esto último, se quedó con las ganas.

Para tratar de conquistar más y nuevas audiencias, se introdujeron varios cambios para aligerar la gala. Si bien todo comenzó muy rápido, posteriormente comprobamos que estos premios se mueven como un elefante. Es una carga muy pesada que no se puede combatir eliminando premios que deben reconocerse en público.

La edición 94 del Oscar estuvo a cargo de Will Packer, fundador y director ejecutivo de la productora cinematográfica Will Packer Productions y Will Packer Media. Su experiencia como productor ejecutivo de “Night School” (“Escuela nocturna”) y “Straight Outta Compton” (“Letras explícitas”) y la nueva versión de la miniserie “Roots”, animaban a pensar en una ceremonia más conectada con la gente. Pero de entrada, ver a Beyoncé pregrabada, cantando Be Alive, fue decepcionante.

Tampoco funcionó el trío conformado por Amy Schumer, Wanda Sykes y Regina Hall. Comenzaron a todo pulmón: «Este año presentamos la gala tres mujeres porque salimos más baratas que un solo hombre». La afirmación de Schumer tiene asidero: solo tres mujeres han presentado los Oscar en los últimos 20 años, pero esa critica no parecía acorde con el llamado de Bradley Cooper, Tyler Perry, Timothée Chalamet y Simu Liu para un supuesto «test de covid».

El toqueteo a Josh Brolin y Jason Momoa, las referencias a Javier Bardem y Will Smith, no pasaron desapercibidos en las redes sociales, donde se habló de cosificación. Ese es otra alcabala que esta ceremonia no sabe sortear: ¿cómo obviar las referencias, chistes y exaltaciones a unos ideales de belleza cuando el propio encanto de los premios es ver en un mismo lugar a hombres y mujeres que el gran público alaba por sus características físicas?

¿Son compatibles las tendencias a favor de la aceptación de los cuerpos con una reunión que por su naturaleza se regodea en los cuerpos trabajados por exigentes dietas y horas de gimnasio? ¿Está obligada La Academia a responder las demandas sociales y de las minorías no representadas? Las respuestas a estas y otras preguntan peliagudas dan para una tesis doctoral.

Huérfanos sin Billy Crystal

Parte del problema con el Oscar es que la ceremonia parece estancada en el tiempo, sobre todo tras la jubilación de Billy Crystal. Desde entonces, no ha encontrado una figura que despierte amor, admiración y y curiosidad al mismo tiempo. Y, por otro lado, es muy difícil que el humor que funciona para una audiencia en específico, como se puede ver en los standups de estas presentadoras, funcione para todas las audiencias. Lo mismo aplica para Ricky Gervais o del propio Rock: la audiencia general no entiende o no se hace eco de sus chistes.

Dada la cantidad de críticas que recibió esta edición y que no se reducen a la cachetada de Will Smith, se requiere de una profunda revisión e innovación sobre el mensaje que un premio que gozó de mucho prestigio quiere dar. Actualmente, el show de La Academia no es más que una máquina de generar memes.

La gran final de la National Football League (NFL) de 2022 entre Cincinnati Bengals y Los Angeles Rams registró un índice de audiencia un 13% superior al de 2021, con 112 millones de espectadores en la NBC. ABC debería preguntarse, qué hacen bien para que gente que no es fan del SuperBowl, se conecte con este espectáculo. Al día de hoy, por ejemplo, las grandes audiencias siguen recordando el show de Shakira y Jennifer López pero no tienen en la memoria quién ganó el juego.

Hay decisiones ilógicas que conspiran para sumar nuevos espectadores. La del domingo, por ejemplo, fue la edición más larga de los últimos cuatro años, por 40 minutos. Y fuera del golpe a Chris Rock, no hubo ni un instante que podamos guardar en nuestro corazón, más allá del bonito encuentro entre Liza Minnelli y Lady Gaga y el discurso de Troy Kotsur («CODA»). Incluso homenajes de películas que marcaron a una generación, como el de «Pulp Fiction», fue aparatoso y el baile de John Travolta y Uma Thurman pareció opacar a Samuel L. Jackson, que había recibido su Oscar honorífico en una ceremonia previa.

Más allá de los errores, bromas fuera de lugar y discursos inentendibles como el de la ganadora como Mejor Directora, Jane Campion (el «dramático» a Kevin Costner se suma al comentario sobre las hermanas Williams en otra entrega), hubo errores que demuestran cierto desinterés por las minorías. Por ejemplo, el uso de un tema del puertorriqueño-estadounidense Marc Anthony, «Vivir mi vida», cuando ganó «Encanto» como Mejor Película animada. Puede parecer una tontería, pero esas son las pequeñas cosas que alejan a la comunidad latina.

¿Qué hacer?

Pareciera que en algún momento, los Oscar deberán dejar la televisión abierta y saltar a otra plataforma. Los premios estadounidenses están languideciendo. Los Golden Globes, que ya no son transmitidos, son un ejemplo. Es probable que las personas estén más interesadas en ver el show desde sus dispositivos inteligentes. Un detalle puede dar luces sobre ello: según la lista de Trending TV de Variety para la semana del 21 al 27 de marzo, a la ceremonia le fue muy bien en Twitter.

Variety hace un cálculo de interacciones de la audiencia, incluidos tuits, retuits, me gusta y hashtags y asegura que hubo más engagement que cualquier otra serie de televisión, programa de premios o transmisión, incluido el Super Bowl, desde el lanzamiento de la lista.

Según el medio, los Oscar recibieron casi 33 millones de engagement durante su transmisión del domingo, sumando la Alfombra Roja. Gran parte de esas menciones giró en torno a la los vestidos y trajes de los asistentes, el discurso sobre la eliminación de algunas categorías en vivo y los discursos de aceptación del ganador al Mejor Actor de Reparto, Kotsur y la ganadora de la Mejor Actriz de Reparto, Ariana DeBose («West Side Story») y luego reventó con el golpe de Smith. De hecho, hay trampa en esta edición porque después de que terminara el día, se siguió hablando de la cachetada, por la posibilidad de que el Mejor Actor perdiera su premio.

Que un show genere tanta interacción es el deseo de cualquier showrunner. Hay allí un potencial. Sin embargo, el fin es que las personas hablen por la calidad del espectáculo y no por los escándalos o la gala previa. Igualmente tendrá que revisarse la selección de películas y ciertas incongruencias que apartan a los cinéfilos de la gala, como la ausencia de Denis Villeneuve («Dune») entre los nominados a Mejor Director, cuando la película es reconocida por un premio clave como Montaje. Eso para no entrar en polémicas con el repunte de última hora de «CODA».

Es imposible hacer felices a todos, pero si La Academia no cambia, en poco tiempo hablaremos de los Oscar en pasado, como unos premios de Hollywood cuya decadencia quedó registrada en una foto, en la que vemos a un actor que le pega a otro.

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