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Día de Muertos o hacer las paces con las cosas de la vida

La ancestral y colorida celebración gana terreno en el mundo cuando la gente empieza a conocer su real origen, significado y simbología. El Día de Muertos se conmemora el 2 de noviembre, pero la celebración comienza a partir del 28 de octubre. Así la asumió un venezolano en México / Por Roberto Rodríguez Mijares

Día de Muertos
Fotos: Cortesía de Roberto Rodríguez Mijares
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Llevo casi 4 años viviendo en México y cada día me sigo sorprendiendo de todo lo que es este país. Uno, ingenuamente, cree que gracias a lo que las telenovelas y otros programas de televisión nos enseñaron sabemos cómo es la cosa, pero la verdad es que los medios poco reseñan las verdades cotidianas, lejos de la aspiracionalidad de Televisa.

La CDMX es más fría de lo que a uno le dijeron, por ejemplo. Culpo a “María la del barrio” por siempre aparecer con un crop top vendiendo cachitos de lotería en una esquina, nunca con un abrigo. En la capital mexicana hay una temporada de lluvias severa, durante la cual llueve todas las tardes por al menos dos meses, siempre a la misma hora. Pero rara vez vimos a El Chavo con un paraguas. En esta ciudad graniza, mucho, pero eso nunca pareció importarte a los de “Rebelde”.

Algo similar pasa con las festividades mexicanas. Acá, las fechas realmente importantes son el Día de la Independencia (16 de septiembre) y el Día de Muertos (que no es Día de los muertos). Estas dos celebraciones son más importantes en México que la Navidad y el Año Nuevo, por ejemplo, pero uno solo se entera al vivir acá. Tanto es así, que en ambos casos, hay platos de temporada que brillan en las mesas durante estos días. El chile en nogada para la independencia y el pan de muerto para el Día de Muertos.

Día de Muertos
(Fotos: Roberto Rodríguez Mijares)

Ahora bien, una cosa es haber visto la película “Coco” y acercarse a lo que es el Día de Muertos, y otra muy distinta es estar en México y entender este fenómeno en toda su dimensión. Eso sí, hay que reconocer que “Coco” es responsable en gran medida de venderle esta tradición mexicana al mundo y de revalorizarla ante los ojos de los mismos mexicanos.

La celebración de Día de Muertos solía percibirse como algo un poco anticuado, pueblerino y hasta popular. No era algo en lo que las nuevas generaciones estuviesen ni remotamente interesadas. Si se pudiera hacer un paralelismo con una costumbre venezolana, sería algo como la Paradura del Niño o las parrandas navideñas.

Lo cierto es que un par de revisiones cinematográficas externas a esta fecha la volvieron a poner sobre el tapete. Por un lado, la película “007: Spectre” de James Bond y por el otro lado “Coco”, que conmovió al mundo con la idea de la necesidad de recordar a los seres que ya no nos acompañan. Esto bastó para que muchos mexicanos dijeran “tenemos algo valioso que no nos debe avergonzar, es algo hermoso que podemos y debemos mostrarle al mundo”. Y así fue.

Desde hace unos años, los altares con ofrendas se han multiplicado en hogares, oficinas, lugares de trabajo, tiendas y espacios públicos. Gracias a la donación de utilería que hizo la producción de la cinta de James Bond, se comenzó la tradición de hacer el Desfile de Día de Muertos en la avenida Reforma y ahora es un evento masivo anual, que crece en participación y colorido. El gobierno de la ciudad hace actividades para reivindicar su fiesta, que es un producto claro del sincretismo de las tradiciones precolombinas y el catolicismo, y procurar desligarlo del Halloween estadounidense para imprimirle todo el orgullo mexicano posible.

En los cementerios de la ciudad se ve cada vez más a familias que cercana la fecha del 2 de noviembre van a dejar sus ofrendas, las respectivas flores de cempasúchil y hasta guirnaldas de papel picado a sus difuntos. Esto era algo un poco más exclusivo del interior de la república, pero dejó de serlo.

Encontramos que esta celebración era altamente sanadora, porque aunque se ven muchos esqueletos y el nombre lleve la palabra muertos, lo que se celebra es la vida. Se honra y se agradece a quienes ya no están con nosotros. Se valora lo aprendido y lo compartido. Se cree que desde alguna parte nos cuidan y nos guían.

Vivir en México me ha enseñado que en Venezuela no tenemos una buena relación con la muerte, ni remotamente. No sé si es algo nacional e inherente al gentilicio o solo algo de mi familia, pero la muerte se lleva muy mal. Creo que nos quedamos anclados en la fase del dolor, que es natural, pero no la única. Hay más, hay un entendimiento de que morir es parte de vivir y que todo es un ciclo. Suena quizás muy New Age, pero creo que es algo que hay que vivirlo en su contexto para entenderlo.

Día de Muertos

En casa montamos el altar desde el primer año que llegué. Ese primer año, y sin conocer mucho las cosas y las tradiciones, fue algo muy sencillo y con unas pocas fotos de los familiares y amigos más cercanos. Desde entonces, cada año nuestro altar fue creciendo en la medida en la que fuimos aprendiendo más del real significado de esta tradición. Fuimos perfeccionado las cosas.

El año pasado decidimos, en vista del bien que nos había hecho incorporar esta tradición a nuestras vidas, invitar a familiares y amigos a que si querían que incluyéramos a alguno de sus muertos en nuestro altar, que nos enviaran la foto para hacerlo. La convocatoria fue un rotundo éxito y recibimos más fotos de las que esperábamos. Nuestro altar se llenó de abuelos, tíos, primos, amigos, madrinas y hasta mascotas ajenas, pero de nuestra gente. Las reacciones de agradecimiento de todos fueron realmente conmovedoras. Tras asumir esta responsabilidad, lo mínimo fue hacerles llegar la foto de su ser querido en el altar y eso trajo otra avalancha de emociones.

Día de Muertos

Este año, y sobre todo después de lo que ha sido la pandemia, nuevamente abrimos el llamado y recibimos con los brazos abiertos a nueva gente en al altar. Porque si hay algo que nos une a todos es el dolor de haber perdido a alguien querido. Con este gesto queremos que sepan que los suyos acompañan a los nuestros como nos acompañamos nosotros de este lado. Que son recordados y queridos. Que tienen luz y ofrendas para que sepan que siguen presentes en nuestros corazones y en nuestra memoria.

Si bien toda experiencia ha sido muy satisfactoria, lo mejor ha sido saber que gente cercana ha decidido montar su propio altar en sitios como Alemania, Estados Unidos o Venezuela. Hagan la prueba. No se van a arrepentir.

Por Roberto Rodríguez Mijares @esosiquetetengo

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