Venezuela

Daniel Lahoud: “El paquete económico del 89 no fue un ajuste liberal”

33 años han transcurrido desde el Caracazo, el episodio histórico que marcó el declive de la democracia y que Hugo Chávez tomó como narrativa para su discurso político. El historiador y economista Daniel Lahoud lo analiza a partir de las medidas económicas tomadas por Carlos Andrés Pérez en febrero de 1989, las cuales, para muchos, representan la principal causa del suceso

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Caracazo y el liberalismo mal sucedido
Cortesía de El Nacional

El gran viraje de Carlos Andrés Pérez, también conocido peyorativamente como «el paquetazo económico», sirvió la mesa para el desprestigio de la joven democracia venezolana renacida en enero de 1958. Y si bien son muchas las opiniones que consideran a estas medidas como la causa principal del Caracazo, la realidad vivida en la época nos cuenta otra cosa: el descontento acumulado desde finales de los años 70 y las erróneas respuestas de los gobiernos civiles terminaron encendiendo las calles de un país por varios días, dejando como saldo una cifra aun desconocida de muertos y heridos.

El economista e historiador Daniel Lahoud es de esta opinión: aunque las medidas fueron las chispas que prendieron el fuego, el descontento y la realidad social del país fueron la gasolina que propagó el incendio por todos lados. Lahoud, quien también es profesor universitario, reflexiona en esta entrevista sobre las causas económicas que llevaron al 27 de febrero de 1989, desde un análisis que se aleja de la lectura convencional. Señala que no se trató de un programa neoliberal como tiende a decirse, sino de un paquete homogéneo establecido por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Daniel Lahoud. Foto cortesía

—Cuando el Caracazo sale a relucir en alguna conversación, siempre se habla de los ajustes económicos. Pero, ¿cuáles fueron esos ajustes?

—Normalmente los paquetes del Fondo Monetario Internacional (FMI) son muy homogéneos. Casi siempre son ocho medidas: eliminación de los controles de precios, eliminación de los controles de cambio, reducción de los aranceles, privatización de las empresas, ajuste fiscal –bien sea por disminución del gasto o por aumento de los impuestos–, aumento de las tarifas por servicios y la eliminación de cualquier tipo de medida de subsidio a la industria o a lo que sea. Es un paquete bastante homogéneo, de manera que decir que estuvo adaptado a la realidad venezolana es una mentira. Por eso mucha gente las conoce como las medidas del Consenso de Washington.

—También a esas medidas las acusan de neoliberales. Pareciera haber un acuerdo entre diferentes sectores en calificarlas de esa manera.

—Sí, pero el paquete económico del 89 no fue un ajuste liberal. Eso no es neoliberalismo ni liberalismo, es un paquete de medidas heterodoxas. O sea, cuatro de ellas son liberales y cuatro no lo son. Por ejemplo, si el gobierno decide resolver el problema fiscal por vía del aumento de impuestos eso no sería una medida liberal, de arrancada. Tampoco lo sería el ajuste de tarifas de manera política, que es contrario a que las mismas tarifas se ajusten solas por el mercado. Pero una de las medidas que sí es liberal es la reducción de aranceles, porque a las empresas venezolanas les encanta que haya aranceles porque eso significa protección. Por eso, la eliminación de los aranceles es una medida absolutamente liberal, distinta a estas otras.

Todas las fotos de El Caracazo son cortesía del diario El Nacional

—La historiografía también ha calificado a los promotores de los ajustes como liberales. Por ejemplo, a Miguel Rodríguez, uno de los artífices del programa de Pérez, lo señalaban como parte de los Chicago Boys.

—Miguel Rodríguez tiene fama de ser liberal, pero no, él es keynesiano. Y eso no es extraño. A Luis Ugueto Arismendi, uno de los ministros de Luis Herrera que hizo un máster en la Escuela de Negocios de Chicago –ni siquiera en la de Economía–, empezaron a decirle que era parte de los Chicago Boys también, pero no tenía nada que ver con (Milton) Friedman. Insisto, no fue liberalismo. Los paquetes del FMI son heterodoxos porque si bien tienen algunas cosas del liberalismo, las mezclan con otras del ámbito socialista, por llamar de alguna forma al amigo (John Maynard) Keynes.

—Esto parece tonto preguntarlo, pero me genera duda porque no conozco la rama: si aumentar los impuestos no es una medida liberal, ¿por qué los países desarrollados y libres tienen impuestos tan altos?

—Es que una de las cosas que la gente dice es eso, que los países desarrollados tienen altas tasas de impuestos, pero resulta que los Estados Unidos se desarrollaron cuando ni siquiera existía el impuesto sobre la renta. Uno de los peores errores que cometen los políticos es elevar las tasas de impuestos. Eso es contraproducente. Va en contra del crecimiento económico. Si te descuentan más impuestos tienes menos capacidad de compra. Es un error gravísimo elevar los impuestos, lo cual, por cierto, es lo que está haciendo ahorita Nicolás Maduro con su Asamblea Nacional.

—¿Y por qué Pérez toma esas medidas en un país cuya década anterior fue de una gran bonanza de petrodólares? ¿En qué contexto se aplican?

—Precisamente: el problema venezolano comenzó en 1974, cuando Carlos Andrés Pérez llegó por primera vez a la presidencia. Hasta entonces el gobierno venezolano era pequeño, muchísimo más manejable de lo que es hoy en día y de lo que era en 1989. Pérez nacionalizó el Banco Central y emitió dinero sin respaldo para financiar lo que él y Gumersindo Rodríguez llamaron La Gran Venezuela, el plan de inversiones del cual iban a nacer las empresas de Guayana. Eso metió al país en un verdadero lío: el país creció desmesuradamente y el gobierno se hizo inmanejable. Eso fue lo que explotó en 1983 con el Viernes Negro, cuando tampoco se tomaron las medidas correctas y lo que vino fue un control de cambio que duró hasta 1989. A eso le sumas el paquete que, como vemos, fue muy mal manejado, al punto de que durante el gobierno de Pérez la tasa de inflación ni siquiera bajó. Empezó a bajar en el gobierno de Caldera, con el paquete de Teodoro Petkoff.

—Aparte de la crítica a los ajustes, hecha no solo por los opositores a Pérez sino también por su mismo partido, ¿en qué fracasó el gobierno?

—Una de las tantas cosas que se había prometido era que Venezuela iba a diversificarse y no sería más nunca petrolera, pero eso se les olvidó en 1990, cuando Saddam Hussein invadió Kuwait y se dispararon los precios del petróleo. Aumentaron el gasto público y por eso la economía creció de una manera importante entre 1991 y 1992. Ya ahí no había paquete. Lo único que habían dejado eran los aranceles bajos, que molestaban mucho a la industria y a la agricultura, y por eso, en cierta medida, estos sectores aplaudieron los golpes de Estado de 1992. En 1993, Ramón J. Velásquez nombró a Iván Gaviria ministro de Agricultura y este repuso los aranceles.

—Pero más allá de esos sectores que usted comenta, también estaba la población que salió enardecida el 27 de febrero de 1989. ¿El Caracazo, entonces, pudiera entenderse como reacción directa a ese paquete? ¿O cree como otros que se trató de un estallido social planificado antes?

—Uno escucha a la gente que dice que eso fue algo planificado, lo cual es posible, pero cuando hay estos movimientos masivos de personas se pierde el control de la planificación. No estoy muy seguro de que eso sea cierto. Es posible que al inicio haya sido así y que la cosa se les salió de las manos. Sin embargo, yo sí te puedo decir que la gente estaba bastante molesta. El venezolano promedio se molestó muchísimo cuando arrancó el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. El gobierno de Jaime Lusinchi, su antecesor, había sido muy popular, pero los casos de corrupción en los que se vio involucrado al final del período llevaron a la gente a desilusionarse, a molestarse. Y allí empezó la antipolítica que, en la década siguiente, empujará a los gobiernos de Rafael Caldera y Hugo Chávez. La gente que votó por Carlos Andrés Pérez jamás lo hizo por un paquete de medidas económicas del Fondo Monetario Internacional. Eso tenía mala fama entre los mismos gobiernos latinoamericanos, quienes lo veían como el coco de la película, aunque al final casi todos terminaran firmando ese acuerdo con el FMI, porque resulta que no era tan malo, les permitía endeudarse con una tasa muy baja, de 2%. Nadie le iba a prestar dinero con una tasa a ese porcentaje.

—¿Por qué le estalló la bomba a Pérez y no, por ejemplo, a Lusinchi?

—Porque, como te digo, ya había mucho malestar. El gobierno que ellos pensaron que era bueno y generoso, el de Lusinchi, no era tan así porque estaba lleno de corrupción. Cuando la gente vota por Carlos Andrés Pérez lo está haciendo por el presidente que, 15 años antes, había decretado el control de precios, el pleno empleo, la regulación de los precios de las arepas. La gente votó fue por eso, por un presidente que decretaba y regalaba lo que no era de él. Por eso, cuando llega y hace una fastuosa toma de posesión en el Teatro Teresa Carreño y 10 días después dice que el país está quebrado, la gente se molestó muchísimo. La policía estaba en huelga el fin de semana anterior a los saqueos, porque estaban exigiendo mejoras en sus pagos. La gente de Guarenas y Guatire, que ya eran ciudades satélites de Caracas, no tenía como pagar el pasaje y eso desató la furia.

—Aunque la gente sigue señalando como causa principal a la gasolina. ¿Fue el aumento de la gasolina la principal chispa del Caracazo?

—Sí, pero no, no fue la gasolina. Los saqueos empezaron en Guarenas y Guatire, ciudades en las que necesitas tomar un carrito para ir a Caracas. La persona que va a tomar ese carro por puesto no compra gasolina, sino el servicio para que lo lleven a Caracas. Los camioneteros decidieron subir el precio del pasaje, supongo que como respuesta a la subida de la gasolina. Los chóferes lo subieron, porque son los peores empresarios del planeta. Un buen empresario es un tipo que presta servicio y hace que el cliente se sienta satisfecho, pero ellos no retribuyen la tarifa con un buen servicio, porque no consideran a la persona un cliente. De ahí a que ese sea uno de los graves errores de que el gobierno suba la tarifa. Todo acaba en un compromiso para que ellos mejoren las unidades y como vemos no lo terminan haciendo.

— Eso de la gasolina llama la atención porque se había convertido en una leyenda urbana hasta hace poco cuando Maduro la aumentó. Desde entonces, algunos opinan que el país está viviendo una liberalización. ¿Qué dice de las medidas actuales, se parecen a las tomadas en 1989?

—No, mira: hace justamente un siglo, en 1921, los bolcheviques liberaron la economía rusa, a lo cual llamaron la New Economic Policy (NEP), a la que refieren los libros de historia, que fue transitorio entre 1921 y 1929. Abrieron la economía, reprivatizaron la tierra, les dijeron a los agricultores que lo que cultivaran era de ellos. Eso recuperó la economía, le dio oxígeno al régimen comunista que después regresó con más fuerza con Iósif Stalin. Por eso, no creo que esto sea un cambio de pensamiento, creo que se dieron cuenta de que se les pasó la mano con la hiperinflación, que también la vivió Rusia. Eso es lo que está detrás de todo esto. Las empresas han criticado abiertamente lo que hacen con los aranceles y no les están haciendo caso. Esto nos pone a sospechar. No creo que cambien de forma de pensar, es una taima en medio del juego de la ere, después volveremos nuevamente a lo mismo. Y tampoco tiene nada que ver con lo que hizo Pérez, está muy lejos.

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