Opinión

Libertadores: Es hora de atacar la causa del “casi”

¿Qué es lo que pasa? ¿Somos malos? ¿No somos competitivos? Yo estoy convencido que el asunto pasa por tema de actitud, de enfoque, de personalidad. Parecería irresponsable apelar a intangibles como la raza, la cultura futbolística y otros elementos no cuantificables o calificables, pero también tiene algo de eso | Por Carlos Domingues

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Copa Libertadores

Seamos sinceros: pocos creíamos que Caracas y Táchira podían competir en sus grupos de Copa Libertadores apenas realizado el 25 de marzo pasado.

La realidad indica que las frustraciones continuas en el torneo continental han hecho mella en la capacidad del aficionado de creer, de tener fe, de aspirar. Sin embargo, insistentemente, con el comienzo de cada competencia, cuando el kilometraje está en cero, todos somos capaces de decir: “¿Y por qué no?”.

Y es como cuando nuestra pareja nos desilusiona, pero el amor es más grande que cualquier punto negativo y decidimos darnos otra oportunidad. Con los equipos venezolanos, nos hemos cansado de darles esa “última oportunidad” y aquí seguimos: con moretones, aporreados, pero fieles.

Los números siguen siendo lapidarios: en las últimas diez ediciones de la Libertadores, solamente en una oportunidad un equipo venezolano pudo trascender hasta octavos de final. Fue el Táchira de Carlos Maldonado, en 2016, cuando se ubicó segundo de su grupo detrás de Pumas de México (quien lo eliminó en octavos) y por encima de Olimpia y Emelec.

Solamente un equipo ha sido capaz de trascender en esos diez años, pero la cantidad de oportunidades que se han tenido se vienen abajo en los partidos claves, en los decisivos (creo que nadie olvida el 6-2 de Táchira ante Olimpia en 2021, donde los paraguayos necesitaban ganar por tres goles de diferencia y lograron cuatro). Caracas y Táchira tuvieron dos “match point” en esta edición: el rojo en casa contra Libertad y el aurinegro en Pueblo Nuevo contra Emelec y en ambos, no se logró el objetivo de ganar. Ahora ambos tienen que ir a Brasil, país que ha sacado una tajada gigante de ventaja con respecto al resto por el poder económico de sus clubes para fichar, para buscar la clasificación a octavos.

¿Qué es lo que pasa? ¿Somos malos? ¿No somos competitivos? Yo estoy convencido de que el asunto pasa por tema de actitud, de enfoque, de personalidad. Parecería irresponsable apelar a intangibles como la raza, la cultura futbolística y otros elementos no cuantificables o calificables, pero también tiene algo de eso.

Y quiero ser responsable con lo que digo porque es fácil explicar qué pasa desde el otro lado del televisor o desde la grada, pero hay evidencias en lo reiterativo de que es un tema de actitud, de creérselo, de saber encarar el compromiso a la altura de la exigencia.

Ahí están las palabras de José Pékerman, que no serán sagradas para muchos, pero en poco tiempo en el cargo de seleccionador ya identificó el principal problema de nuestro fútbol: la actitud, el carácter, la concentración de creérselo y asumir el tamaño del compromiso que tienen por delante.

Aquí es donde nos damos cuenta que la solución a las frustraciones reiteradas no se encontrará de la noche a la mañana. Porque si bien nadie discute la calidad técnica e individual del futbolista criollo, su actitud, su carácter, debe ser fortalecido y esto no es algo que se logra con doble sesión diaria de entrenamientos: son parte de los cambios que deben iniciarse en los procesos formativos no solamente de los futbolistas en edades tempranas, sino de los propios formadores.

No es fomentar un carácter ganador, porque erróneamente desde esa premisa se ha partido siempre, sino en enseñarle al futbolista desde temprano la responsabilidad de asumir compromisos de alto valor y sobre todo, la toma de decisiones adecuadas en los contextos de alta exigencia.

Por eso, no esperemos que los cambios, los resultados positivos, la posibilidad de ser competitivo para trascender, lleguen pronto. Será parte de un proceso de larga data, si es que realmente todos los involucrados se deciden y acuerdan un plan real de transformación de nuestro fútbol y del futbolista. Todo esto será a largo plazo, pero lo importante es identificarlo y atenderlo. Lo primero ya está hecho. Lo segundo, aún no estamos claros.

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