Ciudad

Parque Simón Bolívar, paisaje que no existe

Si en algo han coincidido alguna vez gobierno y oposición es que la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda debe ser un parque; pero no uno cualquiera, sino un área verde que le compense a Caracas algo de lo que se llevaron las grandes construcciones de concreto. El reloj sigue corriendo y La Carlota y lo que habrá en ella más que en una promesa se ha convertido en un misterio. Este año es el límite marcado por el extinto Ministerio para la Transformación de la Gran Caracas, según el cual el Parque Bolívar sería entregado

Ilustración: Erich Gordon
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En la lista de promesas incumplidas del gobierno, el parque en La Carlota despunta como la más antigua. “Vamos a regalarle La Carlota a Caracas, la base aérea pronto se convertirá en un gran parque”, afirmó el fallecido Hugo Chávez en el Aló Presidente del 1° de septiembre de 2001. Ese día, desde las Mesas de Seboruco, en el estado Táchira, y después de tocar la marimba, Chávez anunció que la Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip) sería mudada del Helicoide y que el Comando de la Fuerza Aérea saldría de La Carlota. 15 años después, el Helicoide sigue estando ocupado por el Servicio Bolivariano de Inteligencia —la nueva Disip— y La Carlota está lejos de ser la zona verde que le compensará a Caracas parte de su déficit de áreas verdes por habitantes.

El artífice del Parque de La Carlota de 2001 era el arquitecto Fruto Vivas, quien se planteaba convertir la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda en un balneario con helipuerto. Las actividades aeronáuticas se reducirían al mínimo y se activarían solo en casos de emergencia. La pista, además, tendría una cualidad reversible. “Propongo una suerte de gran pista de patinaje, donde la gente podrá correr, caminar o montar en bicicleta. Cuando se presente la eventualidad del aterrizaje de un avión, sonará una alarma y se levantarán rejas metálicas, para que los transeúntes sepan que deben desalojar el área”, declaró Vivas en septiembre de 2001.

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Este carácter especial de atención de emergencias iba a hacer del aeródromo la sede de los organismos de seguridad del Estado y de un hospital. El arquitecto además imaginaba, dentro de sus «Ideas para una Venezuela posible», que el parque tendría un balneario popular que se surtiría de las quebradas que bajan del Ávila. Pero los sueños de Vivas jamás se concretaron y no fue sino hasta una década más tarde que se aprobaron los primeros recursos para el parque de La Carlota, no sin antes haber decretado la base aérea y sus terrenos circundantes como una zona de seguridad en 2002, de acuerdo con el decreto presidencial 1969, publicado en la Gaceta Oficial 37.530, aún vigente.

En cuenta regresiva

En La Carlota cabe de todo. O al menos, eso es lo que parece a la vista de los proyectos mostrados por el entonces ministro para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas, Francisco Sesto. Del balneario popular se saltó a la pista de Fórmula 1. “Si en Mónaco, en medio de una ciudad se puede hacer, con más razón en este que es un sitio que puede ser perfectamente controlado”, dijo a EFE el arquitecto Lucas Pou, en 2012, quien para entonces era el responsable de la dirección del proyecto y de la Oficina Presidencial de Planes y Proyectos Especiales. “Además, nosotros tenemos esta conexión ahora con Pastor Maldonado”, agregaba Sesto al detallar que se contaba con el ancho de pista y los 4,5 kilómetros de longitud requeridos por el deporte de los motores. La idea se desechó tan pronto como apareció.

La Asamblea Nacional (AN) aprobó en 2011, y vía crédito adicional, los primeros 100 millones de bolívares para el parque, que en aquel entonces eran equivalentes a 23 millones de dólares; y Sesto prometió que la primera fase estaría lista en 2013.

En abril de 2012 comenzó a funcionar una planta dosificadora de concreto en los terrenos de la base aérea que, según Sesto, se utilizaría para suplir el material necesario para la pasarela que conecta el aeródromo con el Parque del Este, y el 19 de junio de 2012 mostró por primera vez un plano de lo que sería el Parque Bolívar —bautizado así por Chávez. Desde la Cinemateca Nacional de Caracas explicó que se trataba de una obra de 180 hectáreas, sumando las 105 hectáreas de la base aérea con las de la pasarela; el proyecto incluía un complejo tecnológico, más 10 kilómetros de caminerías, ciclovías, áreas educativas y culturales e instalaciones deportivas. Se sembrarían 5.000 árboles y habría 20.000 kilómetros cuadrados de cuerpos de agua para albergar flora y fauna. También habría parque de diversiones, museos, un centro de convenciones, caminería techada y 1.800 puestos de estacionamiento. En total serían 516.000 metros cuadrados de áreas verdes, en una obra que estaría completamente lista en 2016.

Lo hecho

“El Parque Bolívar es una mentira”, sentencia el arquitecto Marco Negrón. En La Carlota no hay caminerías ni cuerpos de agua. Tampoco el centro de convenciones y mucho menos está abierta para que se estacionen 1.800 vehículos, y en 2004 tuvieron que mudarse 200 aeronaves privadas por disposición de la Gaceta Oficial 38.087, del 15 de diciembre, que prohibió la operación de aviones.

Cuando Harold Cova, vecino de Chuao y miembro del Consejo de Planificación Pública de Baruta, se asoma por la ventana de su apartamento tampoco ve 5.000 árboles. En lugar de eso, se encuentra con los restos de la concretera Construpatria, y algo parecido a un estacionamiento de camiones y depósito de materiales. “Desde que se hizo el Parque del Este, en la década del cincuenta, existía la idea de que La Carlota también lo fuese y así tener un gran parque metropolitano; y nosotros, como comunidad estamos peleando por eso desde los ochenta, su gran beneficio sería que oxigenaría la ciudad y permitiría aligerar el uso intensivo que tiene el Parque Miranda”, opina Cova.

Al norte de La Carlota, desde la autopista Francisco Fajardo, sí hubo movimiento de terreno. Dentro de la base aérea tuvieron que reubicar la escuela Generalísimo Francisco de Miranda, porque el edificio interfería con el lugar donde desemboca el puente dentro del aeródromo. El primer movimiento de tierra de envergadura que tuvo el Parque Bolívar ocurrió a principios de 2012, con la construcción de las bases de la pasarela que primero llamaron “vínculo”, y luego Puente Independencia; pero eso tampoco resultó como Sesto lo propuso. “Vas caminando por verde en un parque y sigues caminando por verde”, describió durante su programa La vida en construcción, transmitido por Radio Nacional de Venezuela. Ahí también afirmó que la pasarela —primera fase del parque— estaría lista en 2013.

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El Puente Independencia como lo bautizó Ernesto Villegas, quien relevó a Sesto y también asumió como Jefe de Gobierno de Distrito Capital y autoridad única para la construcción del Parque Bolívar, tiene 140 metros de longitud. El 3 de abril de 2014, Villegas anunció la aprobación de otros 300 millones de bolívares para terminar la obra.

Para aterrizar sobre el Parque del Este, el concreto se divide en dos rampas, fabricadas con tierra encofrada, que impactan sobre la grama del parque diseñado por el arquitecto paisajista Roberto Burle Marx; el vínculo debía tener encima una capa vegetal para acentuar el carácter verde del nuevo parque y terminó siendo una gran masa de concreto sobre la autopista Francisco Fajardo, que tiene tres años en mora con su inauguración.

“Esa escala no es la de una pasarela tenemos mucho temor de que termine siendo una obra vial”, afirma Zulma Bolívar, presidente del Instituto Metropolitano de Urbanismo. Mientras que Fredery Calderón, de la Asosicación Civil Por la Caracas Posible describe la obra como un “mamotreto sin ninguna estética”.

Cuando Villegas asumió la obra dijo que el parque tendrá espacios para la siembra y la agroecología, y agregó que dotarán de luminarias el campo de béisbol y que trabajan en la adecuación de una torre de control para convertirla en cafetería. Esa torre de control sería el punto de llegada del Parque Bolívar al atravesar la pasarela. Es visible desde la autopista Francisco Fajardo y puede ser que ya esté lista porque nunca se ve a nadie trabajando en ella.

De las 105 hectáreas que tiene la base aérea, según la página web de la Oficina Presidencial de Planes y Proyectos Especiales (OPPPE), la primera fase contempla el desarrollo de 9,7 hectáreas que incluye la construcción de una zona verde y caminerías, área deportiva, zona ferial, plaza conjunto Torre Mirador, un vivero y el puente. Sin embargo, se desconoce cuánto de esto coincide con la maqueta original mostrada por Sesto en 2012. Ya Villegas no está a cargo del proyecto, que quedó en manos de la OPPPE, y que ahora funciona bajo la figura de una fundación presidida por Wiliam Eduardo Mardonado. La oficina continúa adscrita al Despacho de la Presidencia.

La oportunidad perdida

Sobre La Carlota también hubo concursos. Una vez que se confirmó que se convertiría en un parque la Alcaldía Metropolitana organizó una serie de foros para escuchar la opinión de la gente sobre lo que allí debía haber. Más tarde organizó un concurso público de ideas sobre las 100 hectáreas de la base aérea.

“Las ideas están allí; pero ha sido imposible desarrollar mesas de trabajo que nos lleven a una visión en común. Caracas es una ciudad anárquica, que requiere planificación para superar la crisis; y La Carlota sería un paso gigante para recuperar la ciudad y regalarle un lugar a los jóvenes que están absolutamente desasistidos”, afirma Helen Fernández, alcaldesa encargada del despacho metropolitano.

La OPPPE salió al paso y también llamó a un concurso ese mismo año, en 2012, con la diferencia de que este solo era para diseñar uno de los edificios: el recinto ferial de 42.574,81 metros cuadrados y con capacidad para albergar a 27.000 personas. De este concurso resultó ganador el arquitecto Servando García Lugo, quien ya había trabajado con la OPPPE en la construcción de viviendas. Este edificio también quedó solo en los planos.

Negrón sostiene que el desarrollo era la oportunidad de comenzar un verdadero saneamiento del río Guaire al trabajar sobre las quebradas que atraviesan el área, y de resolver las conexiones norte-sur de la ciudad que se encuentran obstaculizadas por el río. “Una cosa llamativa del Parque Simón Bolívar es que resulta un misterio para la ciudad, porque nadie sabe con certeza qué es lo que se está haciendo, y es lamentable porque sin duda La Carlota tiene una ubicación estratégica para rescatar un eje verde en Caracas que hace mucha falta”, asegura la arquitecto Melin Nava, miembro de la asociación civil Paisaje Ciudad Ciudadanía.

La recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que en cada ciudad haya al menos 10 metros cuadrados de área verde por habitante, Caracas sólo tiene 1,1. Para Nava, La Carlota también es una oportunidad para diseñar un espacio público que agregue valor a la ciudad y de buena calidad. “Lo importante es que el parque sea un logro colectivo, un espacio de encuentro común y de convivencia”.

Cuando Villegas dejó el Gobierno de Distrito Capital en su carrera por la AN, también desapareció el rostro visible del proyecto estatal. Calderón asegura que el parque quedó huérfano, pese a que existe el consenso desde las instituciones de gobierno y la academia de que debe ser un área verde para la ciudad. “Nunca ha habido rendición de cuentas sobre el uso de ese dinero, tampoco se sabe cuándo va a finalizar. Es un proyecto sin dolientes, aunque es la gran deuda con Caracas. La Comisión de Contraloría de la AN debería investigar”.

Después de dos concursos, Cova resume la posición de la comunidad sobre La Carlota: “Hemos sido consultados, pero no oídos”. Quizás hace falta que vuelva a sonar la marimba para que de verdad se le regale un parque verde a la ciudad.

* El Parque Bolívar está ubicado sobre terrenos de la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, una zona de seguridad decretada como tal por ley promulgada durante el gobierno de Hugo Chávez. Por tanto, sus espacios no son fotografiables.

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