Salud

Planificar operaciones médicas, misión imposible

Además de la falta de insumos y equipos, los pacientes deben lidiar con presupuestos que varían semana a semana, lo que limita a apenas siete días el lapso para superar un cúmulo de obstáculos antes de entrar a quirófano. Mientras los precios suben, la espera se hace larga y las complicaciones hacen de la salud una utopía

Fotografía: AP
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Planificar una intervención quirúrgica en la Venezuela de hoy puede ser una tarea harto complicada. Altos costos, falta de insumos, quirófanos y equipos dañados por falta de repuestos, escasez de medicamentos y hasta de especialistas —porque han migrado— son algunos de los tropiezos que encuentran los pacientes que deben someterse a una operación, por sencilla que sea, por electiva que sea, aunque no sea de emergencia.

A esta ristra de calamidades se ha sumado el escaso tiempo de vigencia de los presupuestos entregados por las clínicas. Con una validez promedio de entre siete y quince días, dejan poco margen de tiempo superar los no pocos obstáculos a los que se enfrentan los usuarios.

De eso sabe Carmen Mata. Desde hace dos meses sus intentos por someterse a una intervención de cataratas del ojo izquierdo —ambulatoria que apenas tarda 15 minutos— no han rendido frutos, en buena medida porque la precaria semana de vigencia del presupuesto no ha sido suficiente para que su aseguradora otorgue la carta aval. Pero volver a iniciar el proceso sería lo de menos de no ser por un pequeño detalle: que el nuevo presupuesto siempre es mayor. De hecho, el monto de la operación de Carmen Mata subió 10% en apenas una semana.

Hace ya un año que por instrucción médica la mujer de 76 años comenzó a gestionar la operación de cataratas. En marzo de 2015, el presupuesto para operar ambos ojos fue de Bs 32.000, pero la clínica que lo emitió no estaba afiliada a su seguro, por lo que buscó otro instituto médico. En mayo de 2015 logró que una clínica asociada emitiera un presupuesto, esta vez por Bs. 68.000 y solo un ojo, un alza de más de 100% en menos de dos meses.

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Pero la carencia de lentes intraoculares obligó a suspender la operación hasta tanto llegara al país el importado insumos, que finalmente arribó en noviembre. Para entonces, el costo de la operación se había disparado a Bs. 128.000, un alza de 400% en apenas siete meses. Cuando en enero quiso hacer cita para la operación del otro ojo, se encontró con dos sorpresas: que la clínica había dispuesto del lente que ya le habían cobrado, y que el nuevo presupuesto era de 178.000 bolívares, 140% de aumento en menos de dos meses, con el agravante de que tendrá que esperar la disponibilidad de lentes, una espera que seguramente traerá un nuevo y fuerte incremento de la intervención.

“Ese es un serio problema que se está presentando porque los tiempos no cuadran. Las empresas de seguro por general tardan entre cinco y ocho días en dar el visto bueno, y muchas veces cuando lo dan ya el presupuesto expiró”, señala Ángela Tosta, corredora de seguros, quien recomienda realizar la intervención y solicitar el reembolso del monto adicional.

La mayor dificultad está en que una vez que caduca el plazo, el proceso debe iniciarse de cero. “Si se trata de una clínica que no es afiliada nuestra, tiene que emitirse otro presupuesto y nosotros lo analizamos. Si es una clínica afiliada, pues podemos hablar con ellos para que mantengan el presupuesto mientras emitimos la carta aval”, afirma una asesora del ramo en Seguros Constitución que solicita el anonimato.

La culpa es de la vaca

Al consultarse la opinión de la Asociación Nacional de Clínica y Hospitales (AVCH) sobre el alza y el escaso tiempo de vigencia de los presupuestos, su vocero achaca la culpa a la inflación. “Los precios en el mercado aumentan todas semanas, a nosotros también nos aumentan los costos todas semanas”, afirma Cristino García, director ejecutivo de la asociación. “La inyectadora que hoy compramos en 10 bolívares una semana después cuesta Bs. 50”, añade, cuya opinión deja entrever una cadena de eventos en los que resalta la deuda que por más de 6.000 millones de dólares soporta el sector de salud.

Pero las cifras oficiales atentan contra la opinión del vocero de la AVCH. De acuerdo con las estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV), el alza en el sector salud en 2015 fue de 110%, incremento que si bien es sumamente alto, de ninguna manera se equipara con los aumentos intersemanales que están experimentando los servicios médicos, máxime cuando muchos de ellos están regulados.

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En ayuda de las clínicas acude el gremio de corredores de seguros, que justifica el alza de los presupuestos tomando en cuenta la desenfrenada inflación. “Son incluso arriesgadas las clínicas que dan un presupuesto por una semana porque en ese tiempo los costos pueden variar mucho”, afirma José Díaz Devesa, asesor de la Cámara Venezolana de Empresas de Corretaje de Seguros (Cavecose). En su opinión, el presupuesto es un estimado que puede variar muy rápidamente en un contexto inflacionario como el venezolano. “No se sabe qué puede pasar en siete días”. Agrega que si bien la carta aval facilita la atención al paciente, las clínicas pueden o no aceptarlas pues no forman parte del contrato de seguro. “La póliza es un contrato de reembolso, es decir, el paciente paga el servicio y la aseguradora reembolsa el monto”, dice, al tiempo de agregar que ante la situación de incertidumbre económica que vive el país, desde hace ya algún tiempo muchas clínicas dejaron de aceptar este documento.

Puede ser peor

Virginia Caballero lo vive en carne propia. Asegurada por una empresa pública que le ofrece una póliza de apenas 50.000 bolívares, desde hace meses requiere hacerse una operación de vesícula que su seguro no alcanza a cubrir. Ahorró y se endeudó para sufragar el faltante, pero cuando fue a buscar el presupuesto, la clínica no recibiría la carta aval. Además del aumento de precio, debía pagar el 100% de la intervención, lo que no le deja otra opción que esperar por el cupo ofrecido en un centro de salud público. Su calvario apenas comienza.

La caída de 77% en los ingresos por factura petrolera ha sumido a Venezuela en la peor crisis económica. Es un hecho notorio que se refleja directamente en cualquier ámbito del sector salud: por un lado, la escasez de medicamentos supera el 90% y en algunos fármacos alcanza el 100%, según informa la Federación Farmacéutica de Venezuela (Fefarven). Por otra parte, la Asociación de Clínicas advierte de la cada vez más precaria situación de los centros privados de salud, cuyos insumos dependen de las importaciones en 96%.

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De ambas cosas sabe Rosa Hernández. A su drama para conseguir el medicamento que cada mes debe ponerse para mantener a raya la artritis reumatoide que padece, se suma la falta de insumos. “Tengo que comprar todo porque en el hospital no hay ninguno de los insumos que se necesitan”, dice afirmando además que en muchas oportunidades ha tenido que recurrir a clínicas privadas porque el hospital central de Maturín no cuenta siquiera con aire acondicionado en los quirófanos.

Equipos fuera de servicio por falta de repuestos y el colapso de quirófanos por sobreutilización son dramas que deben enfrentar los pacientes. “Hemos tenido que suspender varias operaciones o remitir al paciente a otros centros porque los equipos están dañados”, dice un internista de una clínica en La Urbina que prefiere el anonimato. Su opinión recuerda que, según estimaciones del gremio hospitalario, se cuentan por miles los pacientes que aguardan por una intervención.

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