Política

Ni con la resurrección de Chávez

Dos años y medio han pasado desde que se anunció la muerte del expresidente, pero su figura se mantiene viva en Venezuela. Los seguidores de Hugo Chávez se niegan a entregarlo al mundo espiritual. El oficialismo lo usa como táctica política para sumar votos en las elecciones de este 6 de diciembre. Es así que el apodado “comandante eterno” devino “candidato eterno”

texto: norkis arias | fotografía: AVN
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La Asamblea Nacional tiene 167 curules que esperan por la asignación de su nuevo, o reincidente, ocupante temporal. La hiperinflación y la escasez han creado un escenario tambaleante para el oficialismo. Ante el descontento de sus adeptos, se pone en práctica el plan de emergencia: invocar a Chávez, o al menos a la imagen todopoderosa, incorrupta e inextinguible que tienen de él algunos, quizá fanáticos.

La estrategia funciona para algunos. Mildred Omaña vive en Catia, pero ahora que está jubilada frecuenta la plaza Bolívar en el centro de Caracas. “Me encomiendo a Chávez en la mañana antes de salir y le doy las gracias cuando regreso”, admite. Prender una vela semanal frente al busto del «Comandante eterno», que reposa en su sala, es la ofrenda que ella ha elegido para demostrar su devoción. “Algunos me miran feo, pero él se convirtió en un santo porque se sacrificó con su terrible enfermedad, siguió luchando por Venezuela y, hasta ahora, no me ha fallado”, exclama.

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Los martes y sábados omite las actividades de ocio para poder hacer el viacrucis de las compras. Ella no lo lamenta. Mildred Omaña es una chavista conforme, una a la que no hay que convencer de votar porque ya decidió hacerlo por Ernesto Villegas y Freddy Bernal, los candidatos del Gran Polo Patriótico en el circuito 1 de Caracas. “Yo no quedé satisfecha con la gestión de Bernal en la alcaldía, pero es el candidato de Chávez, así que votaré por él”, comenta.

La inconformidad no cambia sus principios, pero hay quienes sí se decepcionan. Álvaro Duarte no se arrepiente de haber estampado en su cuerpo la firma del expresidente semanas después de su muerte, pero cuestiona el presente sin él. Tiene dos hijos, Miguel, de tres años de edad, y Franyely, de ocho meses. “Yo me gastó lo que tengo en comprar pañales y leche a mis chamos. Chávez no hubiera permitido que llegáramos a esta situación”, protesta. No se inclina por la oposición, pero tampoco está seguro de acudir al sufragio. Su madre lo incita a votar por los candidatos del PSUV. “Cuando Miguelito y Franyely crezcan les darán su canaimita. No les quites ese beneficio”, le dice.

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Las palabras de la mamá de Álvaro son el eco de una comunicación política que apela al temor. La campaña Eso era antes, que es transmitida en televisión de señal abierta, plantea varios escenarios: todos convertidos en pesadilla. Muestran que el triunfo de una alternativa parlamentaria tendría como resultado la reducción de la pensión, el cobro de servicios médicos y educativos, el fin de las misiones. Al final de cada spot versa “Somos los de Chávez”. Quien observa puede entender un solo mensaje: los chavistas pueden estar a favor de políticas sociales. La pluralidad significa que mermen los derechos. En fin, no hay coexistencia política posible según las propagandas del oficialismo.

Lealtad por encima del razonamiento

La presencia de Chávez no está regulada ni se vende por número de cédula. Se encuentra en abundancia en la radio, televisión, vallas, murales, paredes e instituciones públicas. Simpatizantes o no, todos están bajo su mirada ubicua. Son sus populares ojos los que Tania Díaz, candidata lista de Distrito Capital, pide tocar en la máquina electoral para “cumplirle a Chávez”.

Emilia Moreno acatará esa orden. En marzo de 2013 asistió tres veces a la Academia Militar para despedir al que ella apoda cariñosamente “mi candanga”. Todavía no se acostumbra a darle el último adiós y, cuando la afligen los recuerdos, visita el Cuartel de la Montaña. “No es posible dejar partir a un hijo. Eso era para mí”, afirma aunque no es él quien aparece en los retratos familiares.

Es difícil digerir una ruptura, especialmente, cuando la persona después de su muerte sigue siendo tan mediática como lo era en vida. Hugo Chávez canta el himno en el canal del Estado, habla en la radio y, ahora, apadrina a todos los candidatos del PSUV a la Asamblea Nacional. «Hugo Chávez creó un movimiento político en torno a él. Él era el movimiento. No permitió que se desarrollaran otros líderes. Cuando él murió no había quien lo sustituyera con el éxito que él tuvo. Ahorita Chávez tiene 58% de popularidad a pesar de que está muerto y el chavismo se está agarrando de ese clavo ardiendo porque no tiene más nada. No tiene líderes que puedan asumir la situación que vive hoy en día todo el país», explica Luis Salamanca, politólogo y experto en campañas electorales.

El oficialismo está al filo de un cuchillo frente a la decreciente popularidad de Nicolás Maduro, cuyos índices no suben de 20%. Frente al estancamiento económico y la escasez de todo tipo, es mejor apelar al torrencial chavismo que al madurismo balbuceante, moribundo. Con unas elecciones en puerta, la estrategia política es signo de desesperación. Seguir valiéndose de la popularidad de quien gobernó Venezuela por 16 años indica su preocupación.

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Pa’ la asamblea como sea

A pesar de que el país está polarizado, y ya ninguna vertiente puede autoproclamarse mayoría, el oficialismo no se esfuerza por incluir al disidente. En cambio, sigue apostando por la postura desafiante. La frase icónica elegida para esta contienda es “Pa’ la asamblea como sea” y como sea implicó resurgir de las cenizas.

El lema “Chávez vive, la lucha sigue” es el pan de cada día para los venezolanos. Por si quedan dudas, hasta a los trabajadores del Estado les envían mensajes de texto explicándoles que votar por una alternancia política se califica como “traición a la patria” y lo firma el expresidente desde el más allá.

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Todas las predicciones son especulación, pero si viviera, quizás la balanza electoral se inclinaría con más peso a su favor. Ante su ausencia, los fallos acusan a Maduro. Con Chávez había supuestas soluciones. Bastaba un regaño público en cadena nacional para que sus seguidores almacenaran en la memoria una ficticia resolución del conflicto. Ahora, queda esperar si su presencia espiritual será suficiente para colmar el poder. «Chávez quedó congelado en el tiempo como una persona a la cual los chavistas asocian a lo bueno, al amor por el pueblo, pero no se dan cuenta de que Chávez los está cuestionando desde el más allá. Chávez esta cuestionando a Maduro porque sus gestiones son tan distintas. Eso lo vamos a ver en el resultado. El chavismo que va a votar son los chavistas duros que piensan que Maduro es su continuación. Los chavistas que solo se identificaban con Chávez. Aquellos que rechazaban a sus funcionarios  porque pensaban que todos, salvo Chávez, tenían malas intenciones, no creen el discurso. La ventaja que sacó la oposición no la pueden reducir», confía Salamanca.

Los futuros 167 diputados, en teoría, deben ser la expresión de los ciudadanos y sus intereses, pero los candidatos del oficialismo están dispuestos a convertirse en la sombra de Chávez, mientras brilla para él la luz perpetua.

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