Crónica

Farmacias de acera, el negocio de las pastillas olvidadas y hasta vencidas

Encontrar pastillas en las farmacias es una rareza y, también, un lujo que no todos pueden costear. La crisis de salud ha convertido en hazaña conseguir remedios, mientras que la hiperinflación ha llevado a algunos a vender -y comprar- medicamentos de dudosa procedencia. Las pastillas viejas, olvidadas o vencidas ahora son la nueva mercancía de los buhoneros

Fotografías: Daniel Hernández
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Una bolsa grande de basura se extiende sobre un pequeño fragmento del suelo en la avenida Baralt, en el municipio Libertador de Caracas. No precisamente para contener desperdicios o desechos, sino todo lo contrario. El plástico sirve de vitrina improvisada para los nuevos productos que los manteleros decidieron incluir en su listado de mercancía de segunda y hasta de tercera mano: los medicamentos.

La crisis venezolana ha hecho que todo sea comerciable, de la forma que sea y al precio que alguien esté dispuesto a pagar. La salud fue incluida en el inventario; ahora también se le saca provecho. Decenas de blísteres se esparcen en el piso, cientos de píldoras de varios colores, formas y tamaños; de distintos componentes y con diferentes propiedades curativas. Se comercian entre cachivaches, cargadores viejos de celulares, esmaltes de uñas casi secos, sartenes sin rastro de teflón y revistas arrugadas. En la conocida avenida del centro de Caracas hay manteleros en todas las cuadras. Los buhoneros que venden medicinas son, al menos, 10.

Farmacias en la calle
Las tabletas están bajo el sol violento del mediodía en pleno sector de Quinta Crespo, a la intemperie y rodeadas del humo que expulsan las unidades de transporte público que recorren la popular zona de la capital. Incluso, en algunos envases la fecha de vencimiento fue hace unos cuantos años. Da igual el estado del producto. Lo que se quiere es vender, sí o sí.

«¿En cuánto las pastillas?», grita una señora para hacerse oír entre tanta bulla. «Depende cuál busque», le contesta de forma tajante el comerciante. La mayoría de las píldoras se venden en 20 mil bolívares cada una. Si se quiere el blíster completo, con todos los comprimidos, la cifra aumenta a 100 mil bolívares. Todo varía a preferencia del consumidor. Eso sí, dinero en efectivo en mano o no se hace el negocio.

Pastillascita5«Los empecé a vender hace poco. No se llevan tanto como las otras cosas. Pero mejor eso que nada», comenta un vendedor que no suelta su nombre. Quizá ni pase los 30 años de edad. Trabajaba como empleado en una ferretería, pero la abandonó “hace mucho”. Desde entonces, forma parte de la economía informal. Cuenta que tiene varios meses vendiendo cacharros en la calle, pero fue hace pocos días cuando se unió a la novedad de ganar dinero a costa de la -falta de- salud de los otros. Hay que darle al cliente lo que pide.

Según la más reciente Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (Encovi), publicada a principios de año, la situación laboral en la nación está en deterioro: el trabajo formal ha perdido relevancia y quedó rezagado como la principal fuente de ingresos. La crisis económica, y sobre todo la hiperinflación, ha impulsado a las personas a “sobremplearse de diferentes formas a través de la informalidad para poder alimentarse”. Se vive del resuelve.
Pastillascita4El joven tiene Brugesic, Letisan, Festal, Migren, Notolac, Disep, entre otros. Lo que abunda en su “mesa” son las tabletas digestivas y aquellas destinadas a combatir el estreñimiento. Los artículos los ha reunido de pastillas que tenía en su casa y de gente que llega hasta su puesto a ofrecerlas. Donarlas no es negocio.

Lo más buscado son los antibióticos, desliza. Mucha demanda, poca oferta. “Estoy buscando, pero no hay en ningún lado. Y los que he visto están muy caros”, dice una mujer agachada frente a las opciones de medicamentos de los buhoneros. Ve de todo, excepto lo que necesita. Se va frustrada y con las manos vacías.

Farmacias en la calle2
Unas cuadras más allá, cerca de la sede central del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), un hombre nada más muestra los antibióticos si se lo piden. No están con el resto de medicamentos, dispuestos sobre un mantel sucio sobre el pavimento. Su recelo indica el valor de las pastillas, las más solicitadas. El blíster de Ciprofloxacina con siete tabletas cuesta 300 mil bolívares, mientras que el envase de 10 píldoras de Paracetamol se vende en 500 mil bolívares. Una sola tableta sale en 100 mil bolívares, al menos la última semana de abril. “Acepto transferencia, pero solo Banesco”, suelta.

Lo que sobra del estante

La venta de medicinas en la calle, al aire libre, no solo es un resuelve para quien las ofrece. También es una opción de reunir una plata extra para quienes surten a los vendedores con fármacos abandonados en las gavetas. Es el caso de Carmen Machado. Se lanzó hasta Quinta Crespo con seis blísteres de pastillas. Se enteró de la venta de los remedios por una amiga y quiso sacarle provecho a la situación. “Tenía esas pastillas ahí sin usar desde hace tiempo y necesito la plata”, dice la mujer quien confiesa que no pensó en donar o regalarlos.

Pastillascita3En su mano lleva Colypan, Pankreosil, Omeprazol, Equaliv y dos de Ketoconazol. Frente al estante de su casa reflexionó la venta varias veces. “Tenía Atamel y Teragrip, pero esos mejor guardarlos. En este país nunca se sabe”. Al final del día obtuvo 900 mil bolívares, 150 mil por cada blíster. Dinero caído del cielo.

Mercedes no se fija en la fecha de vencimiento de las píldoras. No le interesa. Para ella, mejor es hallarlas, en las condiciones que sea, que quedarse sin opciones. “Pero si en las farmacias no se consiguen. Vengo de vez en cuando y siempre algo encuentro. La otra vez me llevé unas vitaminas y para la migraña. Uno tiene que buscar dónde le salen las cosas más baratas”, explica. Pero la cura, a veces, puede ser peor que la enfermedad.

Ana Carvajal, miembro de la Alianza Venezolana por la Salud (AVS), explica que adquirir medicinas en sitios que no son regulados por el Ministerio de Salud -es decir, fuera de farmacias, droguerías, ambulatorios u hospitales- representa un riesgo del que las personas no son conscientes. “Las pastillas pueden venir adulteradas, vencidas, combinadas con otras sustancias. O el producto puede que no sea el que realmente se quiere”. Y su sentencia es irrefutable: “Las medicinas no deben ser compradas en la calle o por Internet”.
Pastillascita2Señala que, en el caso de algunas de las píldoras vencidas, existe el peligro de sufrir intoxicaciones o “de que lo que estás comprando no te haga ningún efecto”. Es decir, gastar el dinero en vano y arriesgar un tratamiento médico. Por si fuera poco, la ingesta de Acetaminofen de “dudosa procedencia” puede ocasionar un daño agudo en el hígado.

Sin embargo, la especialista en infectología recomienda que, en caso de haber decidido adquirir medicamentos en la calle, hay que percatarse del estado de las tabletas antes de comprarlas. “Que no tengan un color distinto al que deberían tener y que no estén blandas”. Además, fijarse en la condición de los blísteres: “Bien sellados, no deben estar rotos ni húmedos”.

Farmacias en la calle3

Carvajal afirma que la desesperación de las personas de obtener fármacos en estas condiciones se debe a la crisis humanitaria que atraviesa el país, “en la que no se consigue nada”. “La gente acude a la calle o al mercado negro porque en este momento no hay nada en las farmacias. Siempre es un ‘no hay, no hay, no hay’”.

Pastillascita1Las cifras que definen al sector farmacéutico son otra muestra de la ruina de la salud nacional. Según Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven), la escasez de medicamentos alcanza 85% -un dato que no ha disminuido desde, al menos, 2016-, mientras que alrededor de 125 farmacias en todo el país han bajado la Santamaría en el último año y medio. Asevera que en seis meses la cantidad de establecimientos cerrados se duplicará. “El Ministerio de Salud debe ofrecer medicamentos esenciales, que la gente pueda conseguir en la farmacia o en el seguro social. La crisis de salud necesita ser abordada y tomada en cuenta. La gente en Venezuela se está muriendo por comida y medicinas”, concluye Carvajal.

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