Ciudad

El rastro no tan indeleble de las protestas de 2017

Se cumple un año de una jornada de manifestaciones que comenzó en el mes de abril y se prolongó hasta finales de julio de 2017. Si bien las protestas se detuvieron cuando el Gobierno logró concretar la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, los muros y el asfalto son un in memoriam de los más de 130 fallecidos

Fotografías: Alejandro Cremades
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Hay un nombre que se repite como una letanía. Neomar se lee sobre el asfalto y la silueta de su rostro está dibujada en las paredes. “Neomar no vota. Tú tampoco”, reclama un grafiti en Altamira Sur, una de las zonas de la ciudad en donde solían registrarse los enfrentamientos entre la autodenominada Resistencia y los funcionarios de la Guardia Nacional.

Cuando la muerte alcanzó al adolescente Neomar Lander estaba solo en la trinchera que da entrada a la avenida Libertador, en dirección al oeste. Ocurrió el 7 de junio y para ese entonces la lista de fallecidos sumaba ya más de 80 víctimas. Túnel Neomar Lander bautizaron el sitio y pusieron una placa para darle algo de formalidad, mientras el concejal de Chacao Manuel Rojas Pérez anunció, una semana después del asesinato, que comenzarían las gestiones para hacerlo oficial.

Protestacita5En la Libertador hubo entonces afiches con la cara encapuchada del joven. Grafitis, carteles, velas, flores y otra plegaria: “La lucha de pocos vale por el futuro de muchos”. Hasta un día de septiembre, cuando su mamá Zugeimar Armas denunció que todo había sido removido. Hoy en la avenida todavía se notan los parches de pintura gris para tapar el tributo; pero quienes rinden homenaje a los más de 130 fallecidos en esas protestas persisten. Encima de uno de los parches grises está grafiteado en letra cursiva el nombre del muchacho que no alcanzaba la mayoría de edad cuando un artefacto explosivo le reventó el pecho.

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Neomar no es la única víctima que prestó su nombre a una calle. El tramo de la avenida El Ávila, sector El Dorado, en Altamira Sur donde murió Juan Pablo Pernalete Llovera, por el impacto de una bomba lacrimógena en el pecho, ahora se llama como él. Pero, a diferencia de la Libertador, en el muro de la Torre Británica permanece la placa que identifica el lugar. Este acto se hizo con la venia del Concejo Municipal de Chacao y contó con la presencia de Ramón Muchacho, que para ese entonces –22 de junio de 2017– aún no se había visto obligado a huir del país ante la amenaza certera de cárcel.

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En Altamira Sur hablan más alto las paredes que los habitantes del sitio: “350 ya”, “prostituyente=dictadura”, “Maduro asesino”, “CNE=Maduro y Cilia”, “Venezuela insurgente”, “abajo la dictadura”. En el muro del Banco del Libro están copiados los artículos 350 y 333 de la Constitución Nacional, que hablan de la desobediencia civil. El 20 de junio de 2017 Julio Borges, para entonces presidente de la Asamblea Nacional, anunció el inicio de una “fase decisiva y la activación del artículo 350 y 333 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”. Habían transcurrido 81 días de protestas y la Mesa de la Unidad Democrática –hoy desarticulada– buscaba aplicar “todos los mecanismos constitucionales para cambiar a este Gobierno”.

Protestacita4La crisis de 2017 se acentuó después de las sentencias 155 y 156 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), del 28 de marzo de 2017, mediante las cuales la corte tomaba para sí las funciones del Parlamento y, aunque después recularon, ya el daño estaba hecho. Las calles se inundaron de gente y más tarde el asfalto fue campo de batalla para la Resistencia.

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Sufre la plaza

Entre la autopista Francisco Fajardo y Altamira Sur casi todos los días hubo enfrentamientos entre la GNB y los manifestantes. Una esquina frente a la Torre Británica se convirtió en laboratorio de elaboración de molotov. Los bordes de las aceras se convirtieron en cantera. Al igual que los pedestales de los avisos publicitarios. El mobiliario urbano aún no se recupera. Las paredes de latón del terreno de la CAF se hicieron pizarrón. Un año más tarde, a lo largo de una de esas paredes de metal hay una línea amarilla que alude al “hilo constitucional”. Y otra rogativa: “No votes, por favor, te lo suplico”.

Protestacita3La Plaza Francia, de Altamira, no recuperó el brillo que le robo ser centro de reuniones de la Resistencia. Aunque la Alcaldía de Chacao intentó borrar las pintas y grafitis hechos sobre las paredes, todavía se distinguen los manchones de pintura; y escrito sobre el piso “No + dictadura”. Los materos están secos y las fuentes están vacías. La salida de la estación del Metro de la plaza quedo perennemente con una reja cerrada, las bases del Obelisco está manchadas con pintura y en el piso de esa zona hay maldiciones contra el Presidente.

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Alrededor del Obelisco tampoco hay agua, así que la gente que visita la plaza aprovecha para subirse a la escultura. Lo primero que Ana Lucía Vidal, vecina de La California, nota al caminar por allí, es lo fea que está la infraestructura: “La plaza está rayada y grafiteada, no mantienen las áreas verdes, la fuente está sin agua y las alcantarillas levantadas. Además de que al llegar acá es frecuente ver a niños pidiendo para comer”. Ana Lucía no atribuye el estado del lugar a las protestas, sino al deterioro generalizado del país “y también a la falta de conciencia ciudadana. Somos nosotros quienes podemos impedir que esto siga pasando”, dice.

Protestacita2Mayerling Sandoval, habitante de Charallave, coincide en que los caraqueños tienen que poner de su parte: “Esta ya no parece la Plaza Altamira que yo conocía. Está muy fea y la gente no colabora, sino que echa más basura. La ciudad está decayendo y su población es cada día más marginal”.

En diversos puntos de Chacao además el asfalto permanece quemado en los lugares donde ocurrían las guarimbas. Y en la avenida Francisco de Miranda faltan todas las defensas desde el Centro Seguros Sudamérica hasta el Centro Comercial Lido. Los manifestantes las desmontaron para utilizarlas contra la GNB.

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Territorio de paz

En mayo de 2014 Haiman El Troudi ocupaba la cartera de Transporte y anunció la implementación de 14 “soluciones viales” en la Gran Caracas: una era un acceso desde Bello Monte a la autopista Francisco Fajardo y otro acceso a la avenida Río de Janeiro, a la altura de El Rosal. Para el primero informaron de una inversión de 120 millones de bolívares que beneficiaría a 9.650 vehículos diarios; y para el segundo invirtieron 45 millones de bolívares para el paso de 12.000 vehículos diarios.

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Los puentes de guerra fueron desmontados durante las protestas. Así que a la inversión inicial hay que sumarle lo que costó desmontarlos y volverlos a montar. En los puentes todavía quedan las cintas amarillas de “No Pase” que advertían a los transeúntes que no tenían piso. Danzan con el viento, todavía anudadas haciendo una alerta vencida.

Protestacita1Otro recordatorio de esos días son los muros que hicieron en la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, para cuando la refriega se mudaba a la autopista. Burladeros para la represión. Levantaron paredes para resguardar a las ballenas y demás vehículos blindados y las adornaron con cerámica tipo mosaico con el rostro de Simón Bolívar, Francisco de Miranda y otros con inscripciones como: “tolerancia”, “territorio de paz”, “yo soy el camino” y “aquí amamos a Chávez”, con el rostro del Presidente fallecido.

En el Distribuidor Santa Fe, en la autopista del Este, hay un lazo de luto en el asfalto –que además también permanece manchado por las barricadas de otrora. Al lado del lazo dice: “TSJ delincuente”, “Maduro dictador”, “Neomar QEPD”. Un poco más adelante hay una lista de fallecidos sobre el pavimento bajo el título Libertadores 2017, y contando.

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“De aquí se llevaron el mobiliario de las paradas y nunca lo volvieron a poner. Las luminarias las restablecieron hace como seis meses. El ánimo de la gente ha decaído mucho. Yo creo que hay falta de fe. Pienso que nos hace falta madurar. Esperamos que el Gobierno cambié, pero nosotros no lo hacemos. Necesitamos valores”, afirma una vecina con más de 30 años en la zona.

Mariola Mendoza tenía a su bebé de meses cuando ocurrían los enfrentamientos en la autopista. Todavía tiene fresco el recuerdo de las horas que pasó encerrada en un baño con el niño envuelto en una manta bañada en bicarbonato.

Enumera que en Santa Fe rompieron señales de tránsito, avisos publicitarios, paradas de autobús, quemaron vegetación y más nunca hubo rutas de Metrobús. “Hay una tensa calma. Todos esperan una chispita para volver a protestar. Yo no apoyo las guarimbas. Esa no es la forma de sacar al Gobierno. Es violencia”. Una chispita que haga fuego en el asfalto que a diario se calienta de nuevo, aunque no con la intensidad, articulación, constancia o catalizador de hace un año.

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