Así somos, con gusto

Venezolanísimo pasticho

 Para el resto del planeta se trata de lasaña, pero sólo en Venezuela se le dice pasticho. Platillo que al tocar costas criollas sufrió cambio de nombre, adaptándose al gusto local sin perder su esencia. Se trata del manjar italo-venezolano por excelencia

Foto: Diana Baldera
Publicidad

Innumerables son las anécdotas de inmigrantes italianos que, al tocar suelo venezolano, huyendo de la Segunda Guerra Mundial, sufrieron cambio de nombre o de oficio al momento de registrarse. ¿La razón? Malentendidos propios del desconocimiento de los idiomas. Con toda seguridad el “pasticho” experimentó la misma suerte, porque su nombre originario es lasagna o lasaña.

Su preparación consiste en colocar lonjas de pasta que van formando capas, las cuales están rellenas de salsa a base de carne y tomate, y las cuales deben alternarse con salsa bechamel y queso parmesano. Este platillo es uno de los más famosos del mundo, al punto que el país con el consumo más elevado en el mundo es Inglaterra. Se estima que se consume una porción cada 26 segundos.

En Venezuela se ha hecho tan popular que, al igual que otras preparaciones, como la hallaca, cada familia, sin importar su ascendencia, ostenta su receta. Un dato curioso es que si se busca la palabra “pasticho” en Google, aparecen más de veinte mil referencias, número que iguala los resultados arrojados al buscar la palabra “arepa”. Además, las páginas hacen la salvedad de que se trata de un modismo de la tierra de Bolívar, entonces surge la expresión “pasticho venezolano”, redundancia quizá.

Las variantes locales son innumerables. En algunas se les agregan capas de jamón o se sustituye la pasta por plátano o por cachapas de hoja
—versión conocida como chalupa—, y en otras la salsa puede ser de pollo o de pescado —en esta versión se inspira el oriental “Pastel de Chucho” —. También está el famoso pasticho de berenjena, más parecido a la musaca griega.

Por su parte, a la bechamel se le dice salsa blanca y se utiliza la Maizena como espesante; y como el queso parmesano suele ser costoso, en muchos casos se le sustituye por queso blanco duro.

Barato y rendidor
Después de la Segunda Guerra Mundial, los italianos aportaron sus conocimientos de construcción, calzado, agricultura y, por supuesto, de gastronomía. “Se dedicaron al expendio de preparaciones culinarias, fundando una serie de restaurantes que ofrecían platos de diversas regiones de Italia a precios muy accesibles. A ellos se debe la popularización de la restauración en Venezuela y de las mesas que ellos sirvieron fueron incorporándose a nuestro acervo culinario varios platos oriundos de esa península europea”, afirma el historiador y gastrónomo José Rafael Lovera.

Por otra parte, la palabra lasaña deriva del latín lausiae, que significa lastra o laja. Luego los romanos utilizaron el término lasanum para referirse a una olla de cocina, antecesora de nuestras cacerolas actuales y, por último, se llamaron lasanae unas tiras de pasta que se cocinaban en leche y se condimentaban con aceite. “Las lasañas probablemente representan el formato de pasta más antiguo después de los gnocchi”, afirma el autor merideño Mario Spinetti Berti.

Se puede degustar en las trattorias o en las ventas de comida italiana. Sin embargo, su presencia no tiene límites. Es común encontrarlo en los menús de areperas, en las ventas de pollo en brasa, en los chiringuitos como parte del “sopa y seco”, en los expendios de comida rápida y en los congeladores de los supermercados, donde se venden porciones individuales. Está presente en las fiestas de niños o en las parrandas de los adultos que prefieren irse por lo seguro, porque de algo no cabe duda, el pasticho gusta prácticamente a todos.

Además, el vocablo “pasticho” ha encontrado otras acepciones en esta tierra. Es sinónimo de caos y desorden. Así que la expresión “venezolanísimo pasticho” puede tener muchas lecturas: apetitosas algunas y desconcertantes otras.

Publicidad
Publicidad