Venezuela

23 de enero de 1958: Rafael Caldera, preso político

Caldera insistió en la “interinidad” del gobierno militar y en que éste no se dejara llevar por la tentación de convertir lo provisorio en permanente / Por Luis Ernesto Fidhel Gonzales

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Rafael Caldera. Archivo
Archivo

¿Un preso político puede favorecer el cambio? El expresidente Rafael Caldera lo fue en los últimos meses de la última dictadura militar del siglo XX. Un acontecimiento poco comentado o estudiado por su protagonista.

En noviembre del 1948 resultó derrocado el gobierno de Rómulo Gallegos –el primero producto del voto popular, secreto y directo- y se constituyó una Junta Militar presidida por el ministro de Guerra y Marina, Carlos Delgado Chalbaud, la cual justificó su acción al pretender rescatar y continuar el proceso político iniciado en Octubre de 1945 tras el derrocamiento de Isaías Medina Angarita y corrompido por el “gobierno revolucionario” de Rómulo Betancourt y Acción Democrática. La Junta se interpretó como una respuesta al “sectarismo”, pese a que la presidencia de Gallegos siguió una línea moderada en comparación con Betancourt.

Los líderes de Copei, Rafael Caldera y URD, Jovito Villalba, aparentemente expresaron satisfacción por el hecho, justificaron el derrocamiento de Gallegos por el “silencio guardado” ante los acontecimientos de noviembre de 1948, interpretando el sentimiento general contra el extremismo oficial, según el historiador Jorge Olavarría. Ambos líderes conformaron la comisión que redactó el estatuto electoral que rigió las próximas elecciones que convocó la Junta Militar. Dicha actitud se consideró «pragmática», pues esperaban participar en esos comicios una vez ilegalizada AD.

Conciencia de la interinidad

Copei y Rafael Caldera consideraron cumplido el hecho militar de rescatar el mando de las manos «sectarias y hegemónicas» de AD. Asimismo, Caldera reiteró que la delicada situación desarrollada a través de los últimos acontecimientos era indudable consecuencia del cúmulo de errores e injusticias cometidas por el partido blanco. La respuesta para cada queja fue, a su juicio, un nuevo atropello, y el presidente no quiso o no supo asumir su responsabilidad histórica, pues prefirió subordinarla a conveniencias partidistas.

En igual sintonía se pronunciaron URD y Jóvito Villalba al mencionar que a través de tres procesos electorales, los dirigentes de AD usaron y abusaron de los resortes del poder para inclinar en su provecho la balanza electoral, y ello en un país como Venezuela, donde toda la vida de la nación depende casi por entero de la renta fiscal.

El Comité Nacional de Copei fijó posición ante los hechos del 24, de noviembre señalando que “no recababa para si ningún merito en dicho suceso” y especificando que tuvo lugar sin intervención alguna del partido, el cual “se ha mantenido en su propio cauce”. Asimismo, la tolda verde insistió en el mantenimiento férreo de la vida cívica y manifestó su rechazo a cualquier intento “putchista” y método subversivo.

Caldera insistió en la “interinidad” del gobierno militar y en que éste tuviera conciencia de ello y no sucumbiera a la tentación de todos los gobiernos interinos venezolanos de convertir lo provisorio en permanente. En tal sentido, argumentó que se estarían poniendo las bases sólidas para la estabilidad democrática largamente aspirada por el país.

«Cables de acercamiento»

El líder copeyano aseveraría años después: «Los que habíamos sido perseguidos y nos considerábamos agraviados, ofendidos, amenazados por el gobierno derrocado, más bien comenzamos a tender cables de acercamiento, a recordarle al nuevo gobierno militar que era necesario volver a la vida civil, a la experiencia constitucional, y se fue realizando un proceso a través del cual se hicieron amistades entre antiguos adversarios, en las cárceles, en el exilio y en la persecución».

Caldera y Villalba formaron parte de la comisión creada por la Junta Militar y encargada de redactar el nuevo estatuto para llamar a un próximo proceso electoral en su carácter de primer y segundo vicepresidente. El régimen militar reiteró su carácter «provisional”.

Proceso electoral de 1952

Tras el asesinato de Delgado Chalbaud en noviembre de 1950, se designó presidente a Germán Suárez Flamerich, constituyéndose así la «Junta de Gobierno» bajo el influjo de Marcos Pérez Jiménez. Se decretó un estatuto electoral y se autorizó el funcionamiento de algunos partidos políticos con el fin de integrar el Consejo Supremo Electoral, conformado por por delegados de Copei, URD, el Partido Socialista de Venezuela e independientes.

El 30 de noviembre de 1952 se convocaron elecciones de los representantes a una nueva Asamblea Constituyente. AD acordó abstenerse a través de un manifiesto suscrito por Betancourt, presidente del partido en el exilio, y Leonardo Ruiz Pineda, secretario general en la clandestinidad. URD y Copei acordaron concurrir a los comicios e hicieron un análisis de la situación nacional, donde dejaron constancia de que no le reconocerían validez a un proceso electoral preparado en ausencia de libertades, coacción o fraude.

Se aseguró que ganó por mayoría URD, pero un  fraude cuya autoría intelectual se atribuyó al ministro Laureano Vallenilla Planchart dio el triunfo al partido oficialista Fuerza Electoral Independiente (FEI);,provocando el exilio de Villalba y la dirigencia de URD. Un telegrama atribuido a Pérez Jiménez y remitido a Jovito Villalba e Ignacio Arcaya aseguraba que no se reconocería el triunfo por ser producto de un acuerdo entre AD y el PCV, a pesar de que Betancourt públicamente ordenó a su militancia abstenerse de votar.

Conservar el partido

Copei y Rafael Caldera fueron la principal referencia opositora activa en Venezuela y continuaron su actividad proselitista durante la dictadura, pero no asistieron a la instalación de la Asamblea Constituyente perezjimenista, ni reclamaron su cuota de participación en esta. Caldera denunció la maniobra de la “conspiración del silencio” desde el gobierno a través del soborno para corromper las conciencias, así como el instrumento de la censura que trató que en Venezuela “no se oyera la voz” de Copei. Ante el acoso de la dictadura, el dirigente socialcristiano mantuvo la posición de “conservar el partido”, particularmente a través de la formación por el magisterio de sus  líderes y el duro aprendizaje de la experiencia clandestina.

El 2 de diciembre de 1952 se disolvió la Junta de Gobierno y representantes de las Fuerzas Armadas proclamaron a Marcos Pérez Jiménez presidente provisional de la República. La Asamblea Constituyente aprobó la nueva Constitución el 15 de abril de 1953, con Pérez Jiménez como presidente para período constitucional 1953- 58; se designaron nuevos magistrados de la Corte Federal y de Casación, Contralor y Procurador General de la República, cargos ejecutivos a todo nivel como diputados y senadores al Congreso Nacional y asambleas legislativas estadales, según la Disposición Transitoria Segunda de la Constitución de 1953.

Hacia la unidad opositora

La constitución de 1953 preveía la celebración elecciones generales para el ejercicio del periodo 1958-1963. Rómulo Betancourt abandonó la posición abstencionista de 1952 y promovió la participación unitaria de los principales partidos y sectores opositores, particularmente URD y Copei.

En el exilio, y tras efectuar una autocrítica sobre el pasado gobierno de AD (1945-48), Betancourt convocó a “la unidad” de las fuerzas políticas nacionales organizadas – URD, Copei- para articular eficazmente el frente la resistencia de todos los núcleos, sectores e individualidades “potencialmente aptos” para formar un Frente para la Libertad, teniendo como justificación el proceso electoral en el Perú de junio de 1956, que había sacado del poder a Manuel Odría después de ocho años de “gobierno autoritario», durante los cuales contó con el respaldo firme de las fuerzas armadas peruanas.

Salida «evolutiva y pacífica» a la crisis

El dirigente socialcristiano Luis Herrera Campíns, por entonces exiliado en Munich, Alemania, escribió un ensayo que tituló “Frente a 1958” y subtituló: “Material de discusión política electoral venezolana”. Allí analiza la situación política de 1957, advirtiendo que ese año se consideraba clave para el “desenvolvimiento histórico de la nación” y pide a las fuerzas políticas democráticas en la clandestinidad unirse sin distinciones ideológicas para ir unidos a las elecciones y dar al mundo una “demostración de sentimiento democrático” del pueblo venezolano.

Herrera aseveraba creer con firmeza en la recuperación democrática a través de los caminos cívicos del sufragio universal. La vía engañosa de la conspiración o del golpe de estado parecía más corta, pero presentaba riesgos terribles que la experiencia histórica demostraba con bastante claridad. El lazo de consenso entre todas las fuerzas democráticas sería Rafael Caldera, quien para el momento era “la más recia expresión” de la oposición contra la dictadura.

Betancourt, en acuerdo con Villalba promovió la candidatura unitaria de Rafael Caldera, manifestando que la convocatoria a elecciones era un hecho “positivo”. Los tres partidos políticos reclamaron este anuncio al propiciar una salida “evolutiva y pacífica” a la grave situación venezolana y el restablecimiento de las libertades públicas.

Caldera, preso político

Tras un atentado en contra de la vivienda de Rafael Caldera protestada por sectores opositores – 15 de enero de 1955 – y luego de haber permanecido en continua vigilancia por el régimen, siendo un hecho que su candidatura representaría a la oposición venezolana, el 20 de agosto de ese año agentes de la policía política detuvieron al líder copeyano, lo que demostró la negativa del régimen a permitir la participación de la oposición organizada.

El 15 de diciembre de 1957 se realizó el referéndum de carácter consultivo y vinculante con objeto de proponer a Marcos Pérez Jiménez para continuar un periodo presidencial de cinco años en sustitución de las elecciones. El «Sí» obtuvo 2.374.790 votos y el «No» 364.182. Los votos nulos sumaron 186.015 papeletas.

El 20 de diciembre de 1957  Pérez Jiménez anunció su continuación en el poder con base en los resultados obtenidos, pero desconocidos por los partidos opositores.  A partir de entonces se inició una progresiva descomposición del gobierno.

Caldera estuvo incomunicado hasta su liberación tras el plebiscito en diciembre. Pero ingresó en la Nunciatura Apostólica al llegarle la información de una próxima detención y solicitó asilo. Transcurrido un tiempo y concedido un salvoconducto, pudo salir del país el 19 de enero y encontrarse con Betancourt y Villalba en Nueva York. No volvería a Venezuela hasta el 1 de febrero de 1958, nueve días después del derrocamiento de Pérez Jiménez.

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